"Vamos de compras, cenamos y luego al museo"

La lluvia impidió que La Nit dels Museus se celebrara ayer con normalidad en la ciudad de Barcelona. Pese a la inclemencia, miles de personas no dudaron en aprovechar la gatuidad de la ocasión y acercarse a uno de los 80 museos y colecciones de Cataluña (48 en Barcelona y su área) que abrieron sus puertas hasta la una de la madrugada en la ya tradicional (la séptima) edición de esta iniciativa, que pretende acercar los museos a un mayor número de personas.

Mónica y sus tres amigas lo tenían claro. "Hemos quedado para comprar

[y lo habían hecho, a juzgar por el volumen de sus bolsas], cenar y luego ir al museo. Tiene su punto, porque no se puede hacer siempre", aseguraba, "aunque no sabemos muy bien lo que vamos a ver", aclaraba su amiga Isabel, mientras hacían tres cuartos de hora de cola, bajo los paraguas, en la calle de Montcada, donde está el Museo Picasso. Mientras, los vendedores ambulantes de paraguas hacían su agosto. "La cola va rápida porque no tienen que pagar", explicaba un voluntario contratado por el museo, donde se exhiben un buen número de obras del pintor malagueño.

48 centros de Barcelona abrieron gratis hasta la una de la madrugada

Pese a la lluvia, más de 1.200 personas habían visitado la Tàpies a las 21.00

El Museo de Historia de la Ciudad tuvo que trasladar al interior la actividad que tenía programada en la plaza del Rei, donde un centenar de personas hacían cola para ver las ruinas romanas del subsuelo, a las que accedían en grupos de 20.

En la montaña de Montjuïc, fueron varios los centros que abrieron sus puertas: la Fundación Joan Miró, el Museo de Arqueología (donde se realizó un banquete romano, que no acabó en bacanal) y el MNAC, donde dos de las obras que más interés despertaron -en ausencia de la colección románica, que no puede verse por obras- fueron los retablos góticos de Despuig y Cirera y el de Joan Mates, recientemente incorporados, así como la exposición Realismo(s), con obras del francés Courbet.

Como la jornada coincidió con el Festival de Poesía de Barcelona, muchos de los museos celebraron la actividad Poemusa-1. Poesía al oído, consistente en que cuatro actores, vestidos de rojo y negro, recitaran poemas a los visitantes, algo que ocasionó más de una sorpresa y susto.

A falta de cifras definitivas, que los centros emitirán hoy, ayer había datos parciales; por ejemplo, la Fundación Tàpies a las nueve de la noche ya había recibido más de 1.200 personas, que deambulaban por el edificio modernista entre los cuadros del pintor de las cruces y la obra de Ibon Aranberri, que se expone ahora, mientras que en el MNAC eran 4.700 a las once.

"Si a pesar de la lluvia conseguimos superar los 97.000 visitantes del año pasado, realmente será un éxito. Seguro que afectará a la movilidad, ya que impedirá que la gente se mueva de un lado a otro", aseguró a última hora de la noche Jordi Martí, delegado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, tras visitar el remozado museo de Badalona, que ha ampliado la visita de los restos arqueológicos de Baetulo. "Es espectacular", aseguró Martí, antes de comenzar un periplo por diferentes museos de Barcelona. La mayoría de las personas que hacían cola en los diferentes centros eran barceloneses, lo mismo que el 70% de las que participaron el año pasado.

Eso lo debía saber una señora que en un momento dado dijo a sus amigas: "Toda esta gente se irá a cenar a su casa. Cuando se vayan, venimos nosotras". A su lado, una madre aleccionaba a su hija: "¿Que qué es el Museo de Historia de Barcelona? Pues un lugar donde se explica la historia de esta ciudad". Más claro, agua. Como la que caía en ese momento.