Un año para dejar el banquillo
Guardiola, amenazado por Ibrahimovic al inicio y atacado al final por Mourinho, se planteó abandonar el Camp Nou antes de que el Barça ganara su tercera Liga consecutiva
Ya se sabe que Pep Guardiola (Santpedor, 1971), asustado por el éxito que alcanzó nada más llegar al banquillo del Camp Nou en 2008, se pregunta a menudo por su futuro inmediato. No es extraño que renueve temporada a temporada, ni tampoco que si pudiera lo haría cada seis meses, porque las dudas le embargan y se acentúan con el tiempo. No es una pose, ni falsa modestia, sino que necesita medir su entusiasmo como motor de su carrera deportiva.
Hace un par de semanas, por ejemplo, le dieron ganas de jubilarse. Tenía la sensación de que le había caído un saco de años encima y valía la pena tomarse un descanso. "Me hago mayor", confesó a personas de su confianza. "Empiezo a perder la paciencia". El desgaste vivido en abril y mayo ha sido terrible para una persona tan pasional y barcelonista. Aunque como buen cruyffista siempre le encantó tomar decisiones, Guardiola llega agotado al final de la Liga.
Al técnico se le ha oído decir: "Me hago mayor. Empiezo a perder la paciencia"
"Avisen al filósofo que igual un día se me va la mano", amenazó el delantero sueco
El entrenador apostaba que su equipo jugaría "mejor que nunca y que ningún otro"
Mascherano se levantó para aplaudir a los "pequeños" el día del 5-0 al Madrid
La competitividad de la plantilla permitió afrontar un año de mucho ruido mediático
El club asume que se imponen novedades para afrontar el duro calendario próximo
"La Liga avala el trabajo de una temporada", sentencia Guardiola
Pep ha aprendido mucho y ha envejecido rápido: su currículo es el de un veterano
Imposible salir ileso de la serie del clásico que le ha llevado a situaciones límite. Hoy se siente más fuerte y más sabio, y también un poco más viejo. Uno de sus colaboradores apunta: "Pep es un personaje tan romántico que si le preguntaras por las secuelas del contencioso con el Madrid te diría que se siente un poco peor persona". La sensación le disgusta especialmente, y de ahí su tormento y necesidad de recuperar la calma. No le agradaría tener que volver a vivir nada igual. Mourinho ha sido la última afrenta de una temporada de máxima tensión para Guardiola. Una hernia discal da fe del estrés sufrido por un técnico que comenzó el curso con una amenaza de Ibrahimovic: "Avisen al filósofo [Guardiola]", advirtió a dos directivos en la gira asiática, "que igual un día se me va la mano en un entrenamiento".
Persona de club por excelencia, Guardiola siempre agradecerá que la junta traspasara a Ibrahimovic, convencido como acabó de que el sueco era incompatible con Messi. El entrenador desistió a final de la temporada pasada en su empeño de asociar a Ibra con Messi, relación que en su momento le llevó al equívoco, a no actuar de acuerdo con sus convicciones, incluso a traicionar sus ideas. Aunque no entendía cómo podía ser suplente, Ibrahimovic intentó convencer a la directiva de su continuidad porque creía que el entrenador no duraría más de un año, cosa por otra parte posible si se tiene en cuenta la periodicidad de su contrato.
"Aguantaré y, con la ayuda del pequeño [Messi]", aseguraba a la directiva, "saldremos adelante cuando ya se haya ido el entrenador". Ni el director deportivo, Andoni Zubizarreta, ni el consejo tuvieron dudas, y complacieron al técnico antes que al jugador de padre bosnio y madre croata.
Una de las máximas de Guardiola es la de elegir a sus compañeros de viaje: "Hasta el último día decidiré con quién quiero vivir". Ibrahimovic corrió la misma suerte que Eto'o y Ronaldinho porque el técnico entendió que era lo más conveniente para Messi y el Barça. Nadie interpretó mejor los silencios de La Pulga que Guardiola y su compañera de pupitre en la escuela de Rosario. "He aprendido que cuando una cosa no va, no se debe insistir, hay que cambiar", afirma el técnico. Una vez despachado Ibra y fichado Villa, Guardiola estaba seguro de que el equipo jugaría muy bien, "mejor que nunca y que ninguno". La incógnita era si le alcanzaría para revalidar los títulos.
La falta de pretemporada por la resaca mundialista y la dificultad del calendario provocaron que la prioridad de la plantilla fuera que el Madrid no les tomara una distancia insalvable en la tabla. "El riesgo era grande", opinan algunos jugadores. "El míster nos llegó a decir que igual teníamos que intentar ganar la Liga viniendo desde atrás". El temor se confirmó con la derrota contra el Hércules en el Camp Nou de la misma manera que después las victorias en el Calderón y San Mamés abonaron la impresión de que el fútbol del Barcelona iba a ser todavía más fino que el de las dos temporadas anteriores con Guardiola.
La obra cumbre del año fue el triunfo por 5-0 ante el líder Madrid. Los azulgrana visionaron excelentemente un partido que se jugó en lunes por las elecciones catalanas. Aún les escocía la eliminación europea ante el Inter de Mourinho y les ofendió el anuncio blanco de que por fin se imponía el traspaso de poderes. El Barça ya no cedió la cabeza de la Liga. La productividad de la delantera y, sobre todo, de Messi ha resultado decisiva. A La Pulga le favoreció jugar como falso nueve y al equipo le vino muy bien que el pivote mezclara como tercer central mientras el goleador Villa se abría a la banda. La actuación coral llegó a ser tan plástica que la hinchada aplaudió un rondo en la divisoria en el enfrentamiento con el Madrid. "Recuerdo que Mascherano se levantó para decir: "¡Cómo juegan los pequeños!", cuenta un compañero de El Jefecito. El trío Xavi-Iniesta-Messi ha mezclado bien y los fichajes de futbolistas como Mascherano y Adriano han compensado las bajas defensivas, especialmente notorias en esa línea.
Más que las lesiones y la profundidad de plantilla, a Guardiola le preocupó una vez derrotado el Madrid que el equipo perdiera el apetito. Recordaba el entrenador las experiencias vividas con Cruyff y con Rijkaard -la tercera Liga del dream team cayó por inercia y el plantel manejado por Ronaldinho se quedó con dos- y necesitaba estimular la ambición en sus futbolistas. "El tiro de Iniesta en Stamford Bridge nos llevó en su día a la final de la Champions porque en su pierna estaba depositado el deseo de todos nosotros", comentó el técnico al plantel después de un par de partidos planos, especialmente el que les enfrentó al Getafe. "Tenemos que sentir que nos jugamos la vida". Guardiola consiguió tensar al equipo, mantener la fe en el éxito y olvidarse de la frase de Mr. Pentland cuando se despidió del Athletic en 1933: "Es el momento de marcharme. Los jugadores ya son demasiado amigos míos".
Al equipo azulgrana no le resultó fácil defender el título porque a su alrededor ha habido mucho ruido. La asamblea de socios pidió una acción de responsabilidad contra la junta de Laporta nada más tomar el poder y después al presidente Sandro Rosell no se le ocurrió otra cosa que apostar por un 5-0 en la final de Copa. Tampoco ayudó a la estabilidad una entrevista concedida por el propio Guardiola a un periodista italiano en la que reiteraba sus dudas sobre su continuidad en el Barça. También se criticó que el hermano [Pere] y el agente [Josep Maria Orobitg] de Guardiola representaran a futbolistas azulgrana. La cosa aún se complicó más cuando la Cope acusó a la plantilla de dopaje. Hasta el Camp Nou se acercaron por otra parte los paparazzi después que se oficializara el noviazgo de Piqué con Shakira. Y, a mitad de camino, hubo también un apresurado y esperpéntico viaje en tren a Pamplona en plena huelga aérea.
Ha sido una temporada desquiciante, rematada por la serie en cuatro actos y 18 días con el Madrid, más agresivo que en ninguna temporada anterior. A pesar de que prácticamente certificó el título de Liga, a Guardiola no le gustó demasiado que su equipo se dejara empatar en el Bernabéu cuando jugaba con ventaja en el marcador. Le incomodó perder la final de Copa frente a un rival especialmente intimidador e intervino decisivamente en la semifinal de la Champions, cuando señaló a Mourinho como el "puto amo" de la sala de prensa. El técnico entendió que el equipo le necesitaba y la respuesta de los jugadores fue la clasificación para la final de Wembley. Jugó el Barça con lo justo y le alcanzó ante un rival plenipotenciario.
El enfrentamiento resultó emocionalmente tan cargante que a punto estuvo de provocar la salida de Guardiola. El compromiso de los jugadores le ayudó a pasar el mal rato y recuperar el ánimo. Había que tener amplitud de miras y no cegarse en lo ocurrido en poco menos de dos semanas.
"Puede que la Champions sea más bonita, pero la Liga es el torneo por excelencia porque avala el trabajo de una temporada", sentencia Guardiola, mientras Zubizarreta elogia el orgullo de la plantilla y del entrenador, que se olvidaron de las excusas y solo se preocuparon por ser mejores y más competitivos.
Al director deportivo le toca ahora arreglarse con Guardiola para cuadrar el plantel del próximo curso. Apostarán por más fichajes y por nuevas incorporaciones de La Masia. A Guardiola, tan entregado como atormentado, le motiva un nuevo reto después de ganar la Liga en un año en que históricamente se daban las peores condiciones: al Barça no le habían ido bien las temporadas postmundialistas -el dream team se acabó después de EE UU 1994 y Ronaldinho desapareció del campo a partir de Alemania 2006-; no se alcanzaba el título cuando había cambio en la presidencia del club -ni con Laporta, ni con Gaspart, ni con Núñez- y desde los tiempos de Cruyff no se ganaban tres campeonatos consecutivos. La superación de Guardiola supone la mejora del Barça.
Al club le interesa generar las mejores condiciones para que Guardiola no pueda decir que no a una nueva oferta de renovación. Derrengado, este año ha tenido la sensación de estar solo, ni que sea por tantos enemigos como se le han presentado ni por lo difícil que se lo han puesto. Ha aprendido mucho y ha envejecido rápido: el suyo es ya el currículo de un ilustre entrenador veterano. Nada le ilusiona más hoy que la final de la Copa de Europa. Guardiola regresa a Wembley como entrenador del Barça, 19 años después de triunfar como futbolista. El tiempo pasa volando. Aunque no es fácil prever el futuro ante tanto intangible como la ilusión y el estado emocional de Guardiola y el humor de Messi, una de las figuras de la institución barcelonista sentencia: "Tengo la sensación de que la magia sigue de nuestra parte".
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