Épica de colores
El cuarteto The Gift lleva tres lustros llenando pabellones en Portugal y tomando por norma que sus discos alcancen allí el número uno. El más reciente y ambicioso de todos ellos, Explode, ha merecido seis noches en el teatro Tívoli lisboeta y, a juzgar por sus contenidos, nadie debería extrañarse. Más de 1.000 personas corroboraron anoche en el Circo Price por qué Sónia Tavares, Nuno Gonçalves y compañía desatan pasiones a orillas del Atlántico: son brillantes pero accesibles, épicos y al tiempo coloristas, como una reformulación lusitana de Coldplay. No es casual que les produzca Ken Nelson, un hombre que también ha trabajado con los británicos.
El arranque, con Primavera, puede llevar a engaños: pop sintetizado y en portugués. Pero casi todo el resto de Explode merodea los territorios del rock solemne, sinfónico y a veces un poco torturado. Suit full of colours es una de esas baladas con arreón final que tan bien le salen a Chris Martin, igual que la deliciosa y más expansiva RGB. Always better... apunta más hacia la congoja adictiva de The Cure; otro referente muy noble, en cualquier caso.
Algunos añoran ese soul blanco y muy bailable que los de Alcobaça (centro de Portugal) practicaban antaño, y tanto 11.33 como Driving you slow, esta con guiño final a Depeche Mode, se bailaron con ardor. Pero nunca la ambición fue sinónimo de pecado, sino de valentía, y The Gift han optado por un rock corajudo que les puede reportar grandes alegrías en la escena internacional.
Los 12 minutos de la esplendorosa The singles, en la que terminan piropeando a Rufus Wainwright, son el mejor ejemplo de su inconformismo.
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