Un oleaje renovado
Malouf, Leight, Tsiolkas, Garner, Stead, Cook, Goldi, Jones, Reece, Silvey, Lindsay, Winton... ¿Le suenan estos nombres? Quizás no mucho. No es para menos. Son algunos de los escritores australianos que están ampliando, en todo el mundo, el territorio literario de su país más allá del premio Nobel Patrick White y del doblemente distinguido con el Booker Peter Carey. ¡Ah! y del creado por Colleen McCullough en su popular El pájaro espino, globalizada en la serie homónima de televisión. Y ese renovado oleaje de la literatura australiana ha llegado hasta España donde ha empezado a aumentar desde hace un par de años.
Nuevas o desconocidas voces que dialogan con sus orígenes entrecruzados de razas y culturas y con el presente contemporáneo de su sociedad más cosmopolita o advirtiendo del porvenir, desde escenarios que están en cualquier lugar del mundo.
Las relaciones personales y los lazos rotos son algunos de los temas frecuentes
El sur de Francia, por ejemplo. Allí sitúa Helen Garner La habitación de invitados (Salamandra), en la cual repasa las fronteras de la amistad en momentos difíciles cuando dos viejas amigas se enfrentan a la muerte, la verdad y la esperanza.
Fuera de su país y también con la amistad como espina dorsal, David Malouf relata en El gran mundo (Libros del Asteroide), la relación de dos soldados australianos prisioneros en un campo japonés durante la Segunda Guerra Mundial, cuya amistad trascenderá múltiples ámbitos.
Las relaciones personales y los lazos rotos son algunos de los temas frecuentes. Lo plasma Julia Leigh en Inquietud (Mondadori), donde las sombras del pasado se mueven, mientras afloran problemas como el alcoholismo y el maltrato y acechan los secretos.
La australiana es una literatura joven, apenas pasa de la centuria. Y es el resultado de un país hecho con partes de todo el mundo. Una diversidad y pluralidad en su raza cuyo ADN ha heredado su creación literaria. El mundo y la vida desde las antípodas.
Incluidas en exitosas novelas de aprendizaje y aventuras como la de Craig Silvey en Jasper Jones (Seix Barral). La historia de un niño poco popular y un mestizo rebelde que vivirán y descubrirán cosas horribles y conmovedoras.
Otro mundo adolescente es el de Rebecca James en Bella Malicia (El Aleph). Un thiller psicológico sobre la atracción de ciertas amistades de por medio en Sidney.
De más amistades y amores adultos, pero en el occidente australiano, se ocupa Tim Winton en Música de la tierra (Destino). El pulso del amor y la redención a través de tres personajes y donde la música funciona como curación y catarsis. Tabién está Markus Zuzak con La ladrona de libros (Lumen)con más de 225.000 ejemplares vendidos en España.
Entre los autores a punto de llegar están Cristina Stead con El hombre que amaba a los niños (Pre-Textos), Kate de Goldi con La pregunta de las diez de la noche (Mondadori), Gordon Reece con La ratonera (El Aleph) y Kenneth Cook con Pánico al amanecer (Seix Barral), un clásico de 1961; El koala asesino. Relatos humorísticos de la Australia profunda (Sajalín editores), y Dorothy Porter con La máscara del mono (La Otra Orilla), una novela negra en verso.
Una literatura que va más allá de etiquetas y del imaginario colectivo de la Australia del otro lado del mundo, del pasado como penal de los ingleses, de tierras a conquistar como el clásico western y que el cine ha potenciado con películas como Mad Max, Cocodrilo Dundee o la Australia, de Baz Luhrmann, con dos de sus estrellas, Nicole Kidman y Hugh Jackman. Estos escritores quieren borrar tópicos y mostrar su universalidad, al fin y al cabo, los cuatro puntos cardinales han ido hasta allí y ahora ellos vienen hasta nosotros.
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