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Columna
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Matusalén y otros errores

En ese gran libro de aventuras que es el Génesis, se dice que Matusalén alcanzó la edad de 969 años. Un prodigio de longevidad si consideramos que en esperanza de vida el récord del ser humano en la era moderna oscila entre 112 y 122 años. Investigaciones posteriores aducen que una vez aclarados los errores de transcripción y descontadas las confusiones entre ciclos lunares, solares y días que conformaban aquellos maravillosos años, el padre de Noé se estiró hasta el equivalente a los 72 años de hoy en día. Expiró el año del diluvio, ya saben, cuando se rompieron todas las fuentes del abismo, se abrieron las cataratas del cielo, y estuvo lloviendo sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches. ¿Por qué viene a cuento exhumar al venerable patriarca, máxime cuando no hay gota fría a la vista y las principales amenazas demográficas provienen del envejecimiento y de la preocupante masificación planetaria? Pues verán. Hace un par de derrotas electorales tuve el atrevimiento de pronosticar que la izquierda no recuperaría la Generalitat antes de 2023. En vísperas del nuevo desplome, da la impresión de que tras muchos años de tocar fondo y excavar, por ese orden, no habrá relevo hasta el próximo milenio. Y si alguien supera los 969 años del abuelo, a ver cómo tiene los huesos para ir dando saltos por las sedes de barreneros y picadores. Como la ciencia social es imprevisible y los milagros existen -olé esa cura de párkinson en un plis-plas de Juan Pablo II que en paz descanse-, cabe la posibilidad de que un día de estos, tal cual dijo Salvador Allende, "se abrirán las grandes alamedas, por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor".

Sobre las causas y diagnósticos de tanto revés, nunca han escaseado reflexiones. Pero el hecho es que no hay manera de levantar cabeza, al menos con el género que viene conformando la oferta desde ni se sabe. Este periódico avanzaba anteayer los sugerentes contenidos de una novedad editorial, El secuestro de la democracia. Corrupción y dominación política en la España actual (Ed. Akal), donde se abunda en perversiones que en el País Valenciano han derivado en páramo para prácticas democráticas. Añádanse a las recomendaciones la serie de entrevistas que los colegas Julià Álvaro y Roberto Ortín publican en el blog El túnel valencià. Y devoren a placer el libro de Enric Senabre Política per a joves inquiets (Ed. Bromera), concebido para generaciones más solventes, pero de obligada lectura para la gerontocracia apalancada en el quiero y no puedo. Quedan 18 días de ruido, banalidad, promesas imposibles, osadías sin cuantificar, insultos a la inteligencia, encuestas de doble filo, demagogia, simulacros de debates y abusos televisivos hasta la noche de autos. Y otra vez atmósfera cero, pico y barrena. Algo habrá que hacer antes de que Matusalén cierre la mina, digo el relato.

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