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Objetivo: anular y lanzar avisos

Carlos E. Cué

Durante la tormentosa comisión de investigación del 11-M, un diputado del PP se sinceró en los pasillos del Congreso: "Ya hemos logrado nuestro objetivo. Nadie puede seguir este asunto día a día, pero hemos conseguido emborronarlo tanto que la gente ya tiene la sensación que buscábamos: que esto es un lío en el que PSOE y PP son igual de liantes y todos tienen cosas que ocultar".

En privado, varios dirigentes del PP no ocultan la doble intención de la campaña contra TVE. Por un lado, el mismo que en la comisión del 11-M: enmarañar tanto la situación, lanzar la idea de que TVE con el PSOE es igual que con el PP, que quede anulada o reducida la credibilidad de la que se ha convertido en la principal cadena informativa de España, con los telediarios más vistos del país.

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La otra intención que solo se admite en privado es más sutil. Consiste en lanzar un aviso a todos los responsables de TVE para que tengan mucho cuidado a la hora de tratar los temas más sensibles para el PP, en especial el caso Gürtel o el caso Faisán.

Y sin embargo, lo que en ningún caso estaba previsto en el PP es que la campaña adquiriera estas dimensiones. Querían lanzar el mensaje, colarlo entre su público más fiel y hacer que llegara a los responsables de TVE, pero no que se convirtiera en un elemento central de la campaña.

De hecho, el PP, que siempre juega a lanzar varios discursos, se había cuidado mucho para que esas críticas a TVE no las pronunciaran ni Mariano Rajoy ni ninguno de los miembros de la cúpula. La campaña era muy dura, pero se manejaba en segundos niveles: Carlos Floriano o Ramón Moreno eran sus arietes. Prácticamente nadie en la prensa se hacía eco del asunto. Y así estaba previsto que quedara. De hecho, a los dirigentes que no compartían esta campaña, sobre todo ahora que el PP tiene derecho de veto sobre el director general de RTVE, les decían que era una cosa menor, que la cúpula nunca entraría en eso.

Hasta que llegó la entrevista en TVE a Dolores de Cospedal. Y de forma imprevista, la secretaria general se vio frente a la necesidad de defender esa campaña contra TVE. Y lo hizo como en ella es habitual: entrando a matar sin miramientos. La campaña, hasta entonces en sordina, ha pasado al primer plano. Y cada miembro de la cúpula que se acerca a un micrófono sube un poco el nivel marcado por su secretaria general, a la que nadie puede desautorizar. Primero fue Soraya Sáenz de Santamaría y ayer Ana Mato. Rajoy no tiene ese problema: simplemente evita las preguntas, y así no entra en ninguna polémica.

Lo que no aclaran en el PP es cuál es su modelo de televisión. El partido tiene un grupo de trabajo sobre el asunto, pero más allá de una reducción de costes, ya planteada, no hay propuesta alternativa para RTVE.

Como modelo, en público ningún dirigente nacional se atreve a defender a Telemadrid o Canal 9. En privado, algunos incluso admiten que el control gubernamental de ambas les abochorna, sobre todo por el tratamiento del caso Gürtel, aunque añaden que las autonómicas en manos del PSOE son iguales. A lo más que llegan, como Sáenz de Santamaría el miércoles, es a plantear que las autonómicas deberían dar entrada a la gestión privada. Pero sobre RTVE no hay alternativa, aunque sí dejan claro en el PP que no la privatizarán.

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