Irán sufre un segundo ataque cibernético
El virus 'Stars' ha sido descubierto en el sistema informático del Gobierno
Irán ha sido objetivo de un segundo ataque informático, según anunció ayer el jefe de la Defensa Civil, Gholamreza Yalalí, citado por la agencia semioficial Mehr. Yalalí atribuyó la difusión del virus Stars (estrellas, en inglés) a la guerra cibernética que contra la República Islámica libran sus enemigos, que no identificó. "Afortunadamente, nuestros jóvenes expertos han podido descubrir este virus y ahora está en el laboratorio para más investigaciones", manifestó Yalalí sin explicar cuál había sido el objetivo de Stars o su impacto. Según el responsable, "el virus es congruente y armónico con el sistema [operativo] y en la fase inicial hace daños menores, por lo que puede confundirse con archivos ejecutivos de organizaciones gubernamentales".
El año pasado, el gusano informático Stuxnet se reveló justo cuando los iraníes iban a cargar el combustible nuclear en su planta de Bushehr. Aunque las autoridades iraníes solo reconocieron que hubiera infectado algunos ordenadores del personal, el hecho de que la central aún no haya entrado en funcionamiento hace sospechar que el daño fue mayor.
Yalalí reconoció ayer que Stuxnet aún puede plantear riesgos "porque los virus tienen cierta vida útil y pueden seguir sus actividades de distinta forma". La mayoría de los analistas consideran que el objetivo del Stuxnet eran las centrifugadoras en las que se enriquece el uranio en Natanz y algunos han calificado el gusano de "primer cibermisil guiado".
Por otra parte, la prensa iraní especulaba ayer con que un acuerdo de extradición firmado el día anterior entre Teherán y Bagdad podría servir para repatriar de Irak a los miembros del grupo disidente iraní Muyahidín Jalq. El viceministro de Justicia iraquí, Busho Ibrahim, se apresuró a desmentir ese extremo. "Este acuerdo es para intercambiar criminales", declaró. El de los Muyahidín Jalq es "un caso de refugiados".
La presencia en Irak de ese grupo, que quiere derribar al régimen islámico, es uno de los asuntos más delicados entre los dos vecinos desde la caída de Sadam Husein. El dictador iraquí dio refugio a sus miembros tras la revolución iraní de 1979 y combatieron a su lado durante la guerra que los dos países mantuvieron en los ochenta.
Cerca de 3.500 personas, entre militantes y sus familias, permanecen en la antigua Base Ashraf, a 80 kilómetros al noreste de Bagdad. Aunque los soldados estadounidenses les desarmaron, Irán -que como EE UU les considera un grupo terrorista- sigue pidiendo su expulsión. Dado su estatuto de refugiados, Irak no puede echarlos, pero les hostiga periódicamente. En la última intervención del Ejército, el 8 de abril, 34 residentes en el campo resultaron muertos, según la ONU. No obstante, hay dudas sobre cuántos fueron víctimas de las tropas iraquíes y cuántos de sus propios compañeros. El grupo se rige por una amalgama de islam y marxismo con connotaciones esotéricas.
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