El legado de De Ory ve la luz
La herencia del poeta gaditano incluye miles de libros, revistas y obras de arte
De la primera caja ha salido un caballito de madera de algo más de un metro de alto. De la segunda, una colección de libros de autores gaditanos. El legado que el poeta Carlos Edmundo de Ory (1923-2010) quiso dejar a Cádiz, su ciudad natal, comenzó ayer a descubrirse, pero pasarán días hasta que todo el material salga a la luz. "Tenemos centenares de cajas por abrir, no sé si van a poder caber todas en la sede de la Fundación", comentó su viuda, Laura Lacheroy de Ory.
El patrimonio descansará en el centro cultural Reina Sofía, muy cerca del mar y de la casa en la que nació el poeta, junto a la Alameda Apodaca de Cádiz. "Era su deseo: que sus recuerdos, su universo, pudieran un día estar reunidos y custodiados aquí, en la ciudad que fue para él la más importante. Aquí pasó su infancia, una etapa fundamental para su poesía", aseguró la viuda. El objetivo ahora es exponer este universo para que sirva de disfrute para los visitantes, y de objeto de estudio a los investigadores.
"Tenemos aún centenares de cajas por abrir", asegura la viuda del escritor
Algunos de los textos de De Ory todavía no han sido publicados
El conjunto donado por el poeta inventor de los aerolitos -sus particulares aforismos- incluye casi 8.400 libros y una vasta compilación de revistas literarias. Pero no toda su herencia es papel. Hay también 235 obras de arte entre pinturas, esculturas, fotografías, además de libretos de Carnaval. Entre las primeras cajas que se han abierto han aparecido, por ejemplo, un grupo de máscaras africanas o un cuadro de Nanda Papiri, musa del Postismo y mujer de Eduardo Chicharro, uno de los iniciadores, junto a De Ory, de este movimiento artístico.
Entre los tesoros que guardan estas cajas venidas desde Francia, donde el autor tenía su residencia, se encuentran, además, textos originales: manuscritos de su padre, Eduardo de Ory; alrededor de un centenar de originales de diversos autores; y textos de su mujer.
El trabajo de recopilación de todos estos objetos lo inició el propio escritor hace dos años. "Poco a poco fuimos apuntando los objetos que Carlos quería que vinieran a Cádiz. Los escogió personalmente". Tuvo tiempo de hacer este listado, pero no de traer sus pertenencias hasta Cádiz. De esa labor se han encargado dos técnicos del Ayuntamiento gaditano que, durante semanas, se han encargado de reunir estos objetos que se encontraban en la residencia francesa del escritor. De Ory marchó al país vecino asfixiado por el ambiente represivo del franquismo. El poeta se se quedó en Francia, aunque siempre decía que Cádiz era el único lugar del mundo que no se podía quitar de la cabeza. Laura Lacheroy dice que la ciudad era parte de su propia geografía.
Tampoco tuvo tiempo De Ory de ver nacer la fundación que hoy lleva su nombre. El poeta falleció en noviembre del pasado año, y pese a que la idea de crear un organismo para custodiar su legado ya existía, no se materializó hasta hace cuatro meses. Hoy se reúne por primera vez su patronato. Entre sus miembros figuran Jesús Fernández Palacios, Fernando Polavieja, José Manuel García Gil o la propia Laura Lacheroy, presidenta de la Fundación.
A la fundación le queda un largo trabajo por delante. Primero, terminar de recuperar el legado de Carlos Edmundo de Ory para ponerlo al servicio de la ciudadanía, como era voluntad del poeta. Pero además de difundir la obra del escritor, debe aún completarla. Algunos de sus textos aún no han visto la luz, y tendrán ahora la posibilidad de ser publicados. Es el caso de La memoria amorosa, un libro que ya estaba terminado, aunque no es el único, según asegura su viuda: "Quedan muchos textos por sacar a la luz". Y muchos tesoros. Saldrán de las cajas sobre las que ayer cabalgó el caballo balancín de Carlos Edmundo de Ory.
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