Los japoneses critican al Gobierno por la gestión de la crisis nuclear
El 70% suspende la actuación del primer ministro Kan
Japón empieza a dar signos de fatiga sobre la enquistada situación de la nuclear de Fukushima. Sus ciudadanos han llevado la crisis con una impresionante serenidad -no ha cundido el pánico ni en zonas relativamente cercanas a la central-, pero eso no implica que haya satisfacción. Tres encuestas publicadas ayer por grandes medios japoneses revelan que casi el 70% de los encuestados suspenden la gestión del Gobierno en la crisis, lo que debilita aún más la posición del primer ministro, Naoto Kan. Los japoneses sí afirman mayoritariamente que están a favor de la creación de un nuevo impuesto para financiar la reconstrucción.
Las tres encuestas, en Asahi, Manichi y Nikkei, muestran porcentajes muy similares de suspenso al Ejecutivo: 67%, 68% y 70%. Es la prueba evidente del hartazgo con una crisis que dura más de un mes y que, según ha reconocido la eléctrica Tepco, es posible que se prolongue hasta 2012. En Japón no es habitual ver grandes protestas públicas o manifestaciones, por lo que las altas cifras de malestar cobran más valor.
Tokio prepara un impuesto especial para financiar la reconstrucción
La mayoría de los votantes criticaron que Kan no ha demostrado liderazgo. En uno de los sondeos, el 58% declaró que no se creía la información del Ejecutivo sobre el accidente nuclear. Desde el extranjero, países como Francia y EE UU han mostrado un criterio distinto sobre la verdadera magnitud del accidente, que Tokio tardó un mes en calificar como nivel 7, el máximo en la escala internacional. Corea del Sur y China, adversarios en la zona, han criticado directamente la falta de información sobre la contaminación al mar. Aun así, la opinión pública japonesa sigue siendo pronuclear, aunque con un considerable grupo antiatómico. Un 56% se mostró partidario de aumentar o mantener el parque nuclear, que produce un 29% de la electricidad, mientras un 41% pide reducir el número de centrales.
La oposición ha olido la sangre y se ha lanzado a la yugular de Kan, en el cargo desde 2010. El Partido Democrático Liberal, de centro-derecha y en la oposición tras gobernar de forma casi ininterrumpida entre 1955 y 2009, no acepta otra cosa que la dimisión de Kan. Entre un 21% y un 27% de los encuestados da un aprobado al primer ministro. Paradójicamente, los porcentajes son similares e incluso superiores a los de sondeos previos al terremoto.
El Gobierno, mientras, planea un nuevo "impuesto solidario" para financiar la reconstrucción de las zonas afectadas por el tsunami, que ha barrido pueblos enteros de la costa noreste del país y ha dejado casi 14.000 muertos y otros tantos desaparecidos. El Ejecutivo quiere que el impuesto vaya directamente a un fondo especial -no al presupuesto total del Gobierno- para demostrar que se destina íntegramente a la reconstrucción. A ese fondo también se destinarían donaciones y una partida del presupuesto. Japón es el país más endeudado del mundo (debe más del 220% de su PIB) y no tiene mucho margen para emitir deuda. El país nunca ha vivido una crisis similar en su historia, ni siquiera durante la II Guerra Mundial.
El viceministro de Hacienda, Fumihiko Igarashi, fue claro: "Quiero pedirle a la gente que compartamos la carga. Revisaremos cada gasto y cada ingreso para conseguir fondos, pero debemos compartir el dolor".
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