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Reportaje:FÚTBOL | El clásico, segundo asalto: la final de Copa

La vida en cinco Copas

Algunos protagonistas recuerdan las finales entre el Barça, ganador en tres, y el Madrid, en dos

Cinco veces la final de la Copa de España se ha vestido de clásico. Cinco finales y un montón de historias. Estas son algunas, explicadas por sus protagonistas.

1936: MADRID, 2; BARÇA, 1 La última parada de Ricardo Zamora

El domingo 21 de junio de 1936, 20.000 espectadores se congregaron en el campo de Mestalla para asistir a la disputa de la que se conoce como la final de la República. Dirigió la contienda el colegiado aragonés Julio Ostalé Gómez. Al menos, 5.000 aficionados catalanes se desplazaron a Valencia.

En un estadio con capacidad para 15.600 personas entraron 20.000, que dejaron 140.000 pesetas de recaudación. Lo explica David Salinas en su libro El Rey de Copas (Meteora, 2009).

REAL MADRID 2 - BARCELONA 1

Mestalla. 21 de junio de 1936

Real Madrid: Zamora; Ciriaco, Quincoces; Pedro Regueiro, Bonet, Sauto; Eugenio, Luis Regueiro, Sañudo, Lecue y Emilín.

Barcelona: Iborra; Areso, Bayo; Argemi, Franco, Balmanya; Vantolrá, Raich, Escolá, Fernández y Munlioc.

Goles: 1-0. M. 6. Eugenio. 2-0. M. 11. Lecue. 2-1. M. 74. Escolá.

Árbitro: Julio Ostalé.

22.000 espectadores. Las entradas costaron seis pesetas en la taquilla y en la reventa llegaron a pagarse 70. La competición se disputó bajo la denominación de Copa de la República. La Guerra Civil estalló 28 días después de la final.

BARCELONA 1- REAL MADRID 0

Santiago Bernabéu. 11 de julio de 1968

Barcelona: Sadurní; Torres, Gallego, Zabalza, Eladio; Pereda, Fusté; Rifé, Zaldúa, Mendoza y Rexach.

Real Madrid: Betancort; Miera, Zunzunegui, Zoco, Sanchis; José Luis, Pirri; Serena, Amancio, Grosso y Miguel Pérez.

Gol: 1-0. M. 5. Zunzunegui marca en propia puerta al intentar despejar un centro de Rifé desde la banda izquierda del ataque azulgrana.

Árbitro: A. Rigo. Amonestó a Gallego.

El césped se llenó de botellas lanzadas desde la grada durante la entrega de los trofeos y el partido fue recordado como la final de las botellas.

REAL MADRID 4 - BARCELONA 0

Vicente Calderón. 29 de junio de 1974

Real Madrid: Miguel Ángel; José Luis (Touriño, m. 84), Benito, Pirri, Rubiñán; Del Bosque, Grosso (Zoco, m. 84), Velázquez; Aguilar, Santillana y Macanás.

Barcelona: Sadurní; Rifé, Gallego, Costas, De la Cruz; Juan Carlos, Marcial, Asensi (M. Filosía, m. 56); Juanito, Clares y Rexach.

Goles: 1-0. M. 5. Santillana. 2-0. M. 45. Rubiñán, 3-0. M. 52. Aguilar. 4-0. M. 84. Pirri.

Árbitro: Sánchez Ríos. Amonestó a Costas, Gallego, Juanito, Benito y Del Bosque.

Esta temporada no se permitió que los extranjeros jugasen la competición.

BARCELONA 2 - REAL MADRID 1

La Romareda. 4 de junio de 1983

Barcelona: Urruticoechea; Sánchez, Migueli, Gerardo, Julio Alberto; Esteban (Morán, m. 80), Schuster, Víctor; Marcos, Maradona y Carrasco.

Real Madrid: Miguel Ángel; San José, Bonet, Metgod, Camacho; Ángel, Salguero, Gallego, Stielike; Juanito (Isidro, m. 80) y Santillana.

Goles: 1-0. M. 31. Víctor. 1-1. M. 50. Santillana. 2-1. M. 89. Marcos.

Árbitro: García Carrión. Amonestó a Migueli, Camacho y Esteban.

Schuster, que cinco años después ficharía por el Madrid, celebró el tanto de la victoria haciendo varios cortes de mangas.

BARCELONA 2 - REAL MADRID 0

Mestalla. 5 de abril de 1990

Barcelona: Zubizarreta; Aloisio (Serna, m. 30), Ronald Koeman, Alexanko; Amor (Soler, m. 70), Bakero, Eusebio, Roberto; Julio Salinas, Laudrup y Begiristain.

Real Madrid: Buyo; Chendo, Hierro, Ruggeri, Sanchis, Gordillo; Míchel (Aldana, m. 77), Schuster, Martín Vázquez; Butragueño (Julio Llorente, m. 63) y Hugo Sánchez.

Goles: 1-0. M. 68. Amor. 2-0. M. 91. Julio Salinas.

Árbitro: García de Loza. Expulsó a Hierro (m. 45) por dos tarjetas amarillas. Amonestó a Míchel, Amor, Julio Salinas, Martín Vázquez, Koeman y Alexanko.

Marcaron Eugenio (minuto 6) y Lecue (minuto 11) por el Real Madrid y Escolá (minuto 74) acortó distancias. Fue aquella la primera final entre el Madrid y el Barcelona y el último partido de Ricardo Zamora. Antoni Campaña, uno de los pioneros de la fotografía deportiva en España, inmortalizó la última parada en España -se retiró en 1938 en el Niza- de aquel portero tan grande, El Divino. Fue en el minuto 86, a tiro del azulgrana Escolá, y aparece entre una nube de polvo, tirado, agarrando la pelota y... con gorra.

Fue el madridista Zamora quien levantó aquella Copa de la República, que recibió de manos del entonces ministro de Agricultura, Mariano Ruiz-Funes.

No volvió a disputarse el torneo hasta mayo de 1939, un mes y medio después de la finalización de la Guerra Civil, y en él participaron solo equipos que al inicio de la competición estaban en la parte controlada por el ejército golpista del general Franco. La final se disputó en Montjuïc y el Sevilla derrotó al Racing por 6-2.

1968: BARÇA, 1; MADRID, 0 "A las dos horas, estaba en los Sanfermines"

Ignacio Zoco y Josep María Fusté son íntimos amigos desde que cazaban juntos dinosaurios. Y no lo disimularon nunca. Tampoco el 11 de julio de 1968, cuando se encontraron en el Bernabéu, como tantas veces, el navarro jugando para el Madrid y el catalán para el Barcelona.

"Yo estaba deseando ya irme de vacaciones cuando me enteré de que la fecha de la final era el 11 de julio...", explica Ignacio Zoco (Pamplona ). "A las dos horas de perder aquella final, ya estaba en el coche con mi amigo Antonio Iznata [jugó en Osasuna y en el Madrid] camino de Pamplona para ir a los Sanfermines. Una vez que hayas ido, no quieres dejar de ir y yo no me los quería perder ese año tampoco".

"Todo era distinto en aquella época", comenta; "alrededor del campo y detrás de las porterías no había gente sentada. Todos estaban de pie. Las concentraciones eran las mismas que ahora, pero, claro, en vez de atender a 800 periodistas, apenas atendíamos a ocho. Es que ahora salís de debajo de las piedras... Si jugábamos un domingo, nos concentrábamos los viernes, siempre dos días antes, a partir de las siete de la tarde. Nosotros lo hacíamos en Navacerrada, en el hotel Arcipreste de Hita. Se comía de maravilla. Oíamos música, paseábamos, nos entrenábamos, jugábamos al fútbol, al tenis y al baloncesto... Y los que estudiaban se traían los libros y aprovechaban para repasarlos. Vivíamos mucho más tranquilos. Nadie nos incordiaba [se refiere a los periodistas], no como ahora. Lo felices que éramos nosotros jugando al fútbol, desde luego, no lo son ahora".

Fusté era feliz como futbolista y tiene pinta de seguir siéndolo ahora. A él también le alcanzó para pasar en Pamplona los últimos días de aquellos Sanfermines. Y, claro, cenó con su amigo Zoco. "Desde que fui la primera vez, con 17 años, solo me he perdido dos: el año que me casé y el del Mundial de Estados Unidos 1994, que estaba en América".

"Fue una final rarísima desde el principio", dice; "había un ambiente muy extraño, muchas pancartas en contra de los catalanes... Tuvimos suerte. Nos aprovechamos de la desgracia de Zunzunegui, que quiso despejar un centro de Rifé y la metió en su portería. El partido fue malo y, la verdad, ninguno mereció ganar".

"Yo me veía mucho con Zoco fuera del campo y en el campo porque me solía marcar. Era muy fuerte con la cabeza y lo cortaba todo. Nunca me dio una patada. Ni él ni Calleja. Antes, los jugadores que íbamos a la selección española nos respetábamos. No como ahora. Mire Ramos las cosas que hace. En mi época era impensable".

"Lo que más recuerdo es el resultado y la lluvia de botellas. Solo acertaron conmigo: me dieron en la cabeza, el casco se rompió y, no sé cómo, me hizo un corte en un dedo. Cada vez que lo veo me acuerdo de aquella noche. La bronca fue con el árbitro, Rigo, no con nosotros. Yo creo que era culé, pero para disimular siempre nos pitaba en contra. Cada vez que le veíamos en el campo, sabíamos que lo íbamos a pasar mal".

Antonio Rigo, el árbitro de aquella final, declaró años después en el diario As: "A partir de 1968 me hice más antimadridista que barcelonista. Observé que la mano del Madrid llegaba muy lejos y me perjudicaba. A raíz de esa final, fui recusado por el Madrid y después por otros siete clubes. Salimos hacia Barajas en jeeps de la policía armada. En el aeropuerto tuve al lado un agente de paisano hasta el embarque. Por aquel entonces, los clubes mandaban al comité una lista con sus árbitros preferidos. Yo era el número uno para el Barça y Ortiz de Mendibil el uno para el Madrid".

1974: MADRID, 4; BARÇA, 0 "El 0-5 estaba muy fresco, les teníamos ganas"

El Barcelona había ganado la Liga aquel año y, liderado por Johan Cruyff, arrasó en el Bernabéu: 0-5. Apenas cuatro meses después, se encontraron de nuevo los dos equipos. Por ley, en aquella final, disputada el 29 de junio en el estadio Calderón, no pudieron jugar los futbolistas extranjeros. Así la recuerda José Martínez Pirri: "Nos metieron un 0-5 en la Liga y teníamos tantas ganas de tomarnos la revancha... Luis Molowny era encantador. Era de aquellos entrenadores que tenía un trato espléndido con los jugadores. Hablaba poco. Se limitaba a decirnos quienes iban a jugar y a darnos algunas teclas. Aquella noche hizo lo mismo. Quería que cada uno tuviera libertad para actuar dentro de la cancha. De un 0-5 como el que nos metieron en la Liga no te olvidas nunca. Tomas tus precauciones, sí, pero se pasa rápido y lo que quieres es jugar el siguiente clásico y disfrutarlo. Todos saben que no es un resultado normal, sino que se debe a que algunos jugadores salen con la empanada. Llegamos cambiados: de mentalidad y de fuerza. No recuerdo ni la alineación... He jugado unos 700 partidos y más de 30 clásicos... De aquella final solo recuerdo que se jugó en el campo del Atlético, que metí un gol tras un centro desde el lateral y que al día siguiente nos fuimos todos a comer al hotel Mindanao. De la final de la Copa de Europa de 1966, por ejemplo, tampoco me acuerdo de quién jugó, de cómo jugamos... Solo se me vienen a la cabeza algunos detalles. Esa final sí la volví a ver. La del 74, de Copa, nunca".

"Yo no recuerdo nada", sostiene Martí Filosía; "me acuerdo de la final contra el Zaragoza, aquella en la que Alfonseda metió tres goles. No pude jugar porque me rompí la muñeca. Pero, si dice usted que jugué la segunda parte de la del 74, debe de ser cierto. ¿4-0? Pues no lo recuerdo. Creo que mi subconsciente me ha hecho olvidar todo lo referente al tiempo que pasé con Michels. No era feliz. No me gustaba como era. Me gustaba como entrenaba, pero no como era. No coincidíamos. Debía de ser una cuestión astral y yo tenía a Neptuno en la otra punta. Tampoco recuerdo que aquel fuera un equipo muy unido. No me recuerda al de ahora, la verdad. Eran tiempos en los que se pedía sufrir, sudar la camiseta, y a mí eso no me interesaba. Perdí absolutamente la confianza en mí mismo. Yo siempre había metido goles: en el Condal, en las selecciones inferiores... Pero fue llegar al Barça y, no sé..., siempre estaba de mal humor. Hombre, yo no era titular. Supongo que influye: en toda la Liga jugué un partido, contra el Celta. Era muy frustrante. Si jugué esa final, no me acuerdo".

Por eso no recuerda tampoco que Michels, el entrenador, llegó media hora antes del partido. Estaba concentrado con Holanda, preparando el Mundial de Alemania.

1983: BARÇA, 2; MADRID, 1 "Menotti no explicó nada del Madrid"

La foto de Fernando Zueras no miente: Marcos Alonso, El Pichón, vuela literalmente para cazar un centro de Julio Alberto. Faltaban siete segundos para el final del partido y se mantenía el empate a un gol después de que Víctor adelantara al Barcelona y empatara Santillana. Fue el 4 de junio de 1983 y los entrenadores eran César Luis Menotti y Alfredo Di Stéfano.

Marcos no lo ha olvidado, claro. "Se jugó muy tarde, a las diez y cuarto de la noche, por no sé qué problema con la televisión. Fue un buen gol, muy bonito y celebrado. Había muchos seguidores del Barça y recuerdo que se vivió mucho las semanas anteriores. Además, era el último minuto". Unos 20.000 aficionados del Barça fueron aquel día a La Romareda y presenciaron un partido muy duro. "A Diego [Maradona] le zurraron bien. Recuerdo un par de entradas de Camacho muy duras. Pero tenían un gran equipo. Eso sí, Menotti no nos habló de ellos en toda la semana anterior. Solo nos habló de nuestras virtudes, de las cosas que hacíamos bien... Al Madrid ni lo mencionó". Tras el gol, Schuster realizó un desafortunado corte de mangas a los jugadores madridistas.

En el Madrid el portero fue Miguel Ángel: "Durante toda la temporada había jugado muy pocos partidos. Estaba Agustín en la portería. Me sorprendió mucho, de hecho, que Di Stéfano, por la mañana, me dijera que iba a ser titular. Siempre te preguntaba qué tal estabas y luego te decía que estuvieras tranquilo. Alfredo tenía siempre el dominio de cada situación. Era un hombre que sabía estar en cada momento".

"Aquel año llegamos a cinco finales y no ganamos ni una. Para mí, fue un mazazo. Primero, porque me dieron la oportunidad de jugar. Y segundo, porque nos metieron el gol de la victoria en el minuto 89. A Marcos le llegó un centro muy difícil para rematar... De hecho, no le dio con la frente, sino con un lado de la cabeza. Fue un gol afortunado, de los que se te quedan grabados. De aquel Madrid recuerdo el bloque, las ganas de luchar que teníamos... Camacho era el encargado de los marcajes individuales. Stielike, de libre, me daba mucha seguridad porque siempre esperaba en el espacio el trabajo del central".

"Lo de Schuster fue un desprecio. Perdió las maneras. Fue más desagradable para él que para nosotros", lamenta.

1990: BARÇA, 2; MADRID, 0 "Un partido muy caliente"

El Madrid llegaba como claro favorito y con Hugo Sánchez como referente en el ataque: "Da igual con qué equipo juegues y contra quién. No por ser contra el Barça tiene un sabor especial. Todas las finales son iguales. Entonces, la Copa era la última de las prioridades. Lo importante era la Liga. Luego venía la Copa de Europa. Por último, la Copa".

"No me acordaba de que Hierro fue expulsado antes del descanso... Las rajadas contra el árbitro [Chendo llegó a decir: "Para que a Butragueño le piten un penalti hace falta que le peguen un tiro"] son normales cuando se pierde porque siempre se tiende a buscar justificaciones. Fue Aloisio el que me entró de mala manera. Me cazó y se llevó la peor parte porque le caí encima y se llevó un tallón en la espalda". "Toshack nos mentalizó con el récord de los 107 goles. Solo nos dijo esto: "A ganar, no a especular".

Y perdieron. Se jugó un jueves, el 5 de abril, y en Valencia después de un sorteo: el Barcelona quería jugar en Zaragoza, pero no hubo acuerdo. Cruyff formó sorprendentemente con Aloisio, Koeman y Alexanko y, cuando se lesionó el brasileño, salió Serna. Marcó Amor el 1-0. Y, ya en el descuento, Salinas cerró el marcador.

"Tiró Koeman, rechazó Buyo, la cogió Txiki, centró y rematé de cabeza", recuerda Amor; "era el segundo año de Cruyff y la última oportunidad de ganar un título. No es que tuviéramos la sensación de que podían echar a Johan. Eso igual lo pensamos después. Hubo alguna entrada dura. Expulsaron a Hierro, se lesionó Aloisio... Pero no tengo la sensación de que fuera especialmente violento. Caliente, sí, con mucho ambiente". Tan caliente que a Zubizarreta le abrieron la cabeza en las celebraciones.

Maradona, sentado en el césped, ante Ángel, Camacho, Metgod y Juanito en la final de 1983, disputada en el estadio de La Romareda.
Maradona, sentado en el césped, ante Ángel, Camacho, Metgod y Juanito en la final de 1983, disputada en el estadio de La Romareda.DIARIO AS
Martín Vázquez sortea la entrada de Amor en la de 1990, que se jugó en el de Mestalla.
Martín Vázquez sortea la entrada de Amor en la de 1990, que se jugó en el de Mestalla.RAÚL CANCIO

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