De repente, Murray

Los rugidos del viento llenan de dudas, malos golpes y peores decisiones los cuartos de final del Masters de Montecarlo. Cuando el polvo se asienta sobre la pista, este es el resultado. El suizo Roger Federer ha perdido contra el austriaco Jürgen Melzer (4-6 y 4-6), que jugará las semifinales hoy (no antes de las 13.00, Teledeporte) contra David Ferrer, vencedor del serbio Viktor Troicki por un doble 6-3. Rafael Nadal ha arrollado sin piedad al croata Ivan Ljubicic (6-1 y 6-3). Y Andy Murray, las greñas aleteando con el viento, se ha deshecho (6-2 y 6-1) del portugués Frederico Gil. El británico, que no había ganado ni un partido desde el Abierto de Australia; que no pasa por maestro de la arcilla; que, por no tener, ya no tiene ni técnico, tras romper con Àlex Corretja, se enfrentará hoy (no antes de las 15.00, Teledeporte), al mallorquín.

"Nadal", dijo el número cuatro, "es increíblemente difícil de ganar sobre tierra, pero necesito creer en la victoria. Planeo ganar. Necesito salir con esa actitud. Va ser un gran test. Deberé jugar uno de los mejores partidos de mi vida".

Murray corría el peligro de convertirse en un espectador privilegiado de los sucesos y los partidos que deciden los títulos. Derrotado en la final del Abierto de Australia por segundo año consecutivo, perdió a la primera en las siguientes tres citas (Rótterdam, Indian Wells y Miami), en dos de ellas contra tenistas que no estaban ni entre los 115 mejores, y llegó precedido por tan negativa racha a un territorio que normalmente le está prohibido, la tierra.

Le espera un everest. Literalmente. "La derecha de Nadal es como una montaña que se abalanza sobre ti", dijo el francés Gasquet tras caer contra el español en los octavos. Murray, de poderoso revés y temblorosa derecha, tiene armas para jugar en cualquier lado. Queda por ver si tiene confianza y deseo.

Algo de eso se fue apagando ayer poco a poco en Federer. Ululaba el viento. El polvo invadía los ojos de los tenistas. Revoloteaban bolsas de plástico y servilletas. No había un peloteo sin un inesperado cambio de dirección, un mal bote o un mal tiro. La mañana exigía trabajo y sufrimiento. Castigaba las florituras. Ganó Melzer. Federer se despidió con una sonrisa: "No creo que haya jugado de forma terrible. Debería haber ganado uno de los dos sets, pero cada vez que tuve opciones no me salieron [tuvo siete bolas de break y no logró ninguna]. Es la primera semana en arcilla. Tampoco esperaba mi mejor juego. Ha sido un torneo sólido".