The Low Anthem
Hace un par de años, Oh my God Charlie Darwin se convirtió en una pequeña ambrosía del country-folk, un disco que irrumpió de puntillas entre la maraña de nuevos grupos de americana y acabó agigantándose con de boca en boca, aupado por su estática belleza. Para el siguiente paso habríamos imaginado un impulso más expansivo, pero Smart flesh opta justo por el camino inverso: el ensimismamiento. Grabado en una vieja fábrica abandonada de pasta italiana, incluye 11 joyas diminutas que son una oda a la reverberación y al silencio, una absorbente apología del menos-es-más. No se trata de un disco en absoluto difícil, pero sí quedo. Y requiere de una complicidad irrenunciable por parte del oyente: abandonar durante tres cuartos de hora todo lo que se traiga entre manos. Solo así emerge la belleza solemne de Apothecary love o Love and altar, temas que parecen provenir del Neil Young más acústico y que, en consecuencia, tienen visos de resistir al tiempo y las modas.
The Low Anthem
Smart flexh
Bella Union / Music as Asual
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.