La bofetada a Patxi López
José Luis Rodríguez Zapatero exhibió sonriente hace dos años en Las Ventas el éxito histórico de ver convertido a un socialista en lehendakari. Pero, en realidad, nunca ha sido devoto del pacto político con el PP, cuya digestión sigue siendo difícil para su partido en Euskadi.
El presidente del Gobierno prefiere, egoístamente sin duda, la estabilidad que le aporta en Madrid un PNV pactista y pragmático, y sobre todo sin el barniz soberanista que irradiaba Ibarretxe. Y bien que lo ha demostrado cada vez que, aislado, ha necesitado del voto nacionalista, sin importarle, a cambio, endosar sonoras bofetadas políticas a Patxi López. De hecho, las concesiones al PNV en materia de transferencias pendientes dejaron al borde del ridículo al Ejecutivo vasco cuando apenas acababa de tomar posesión.
El actual Gobierno vasco no le debe nada a Zapatero. Solo la razón de Estado, a la que el lehendakari apeló cuando se reponía en mayo del penúltimo disgusto, ha evitado la ruptura entre La Moncloa y Vitoria. A partir de hoy, López, proclive a que el PSOE decida en un Congreso quién debe dirigir su futuro, seguirá más cerca aún de Rubalcaba. A él le une la incasable lucha por el terrorismo y desde ahora comparten, además, la responsabilidad de articular políticamente el final de la violencia. Y eso también cuenta para 2012.
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