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Columna
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Caducos

Lo más reseñable del último comunicado de ETA es su recepción por parte de las fuerzas políticas vascas. Se diría que le han respondido por inercia, con algo así como el sonsonete que cada partido tiene preparado para la ocasión. Los comunicados de ETA exigen respuesta, pero ya no porque su contenido lo requiera, sino por hábito. Viene a ser una recepción al vacío, una exigencia creada por el esquema estímulo-respuesta convertido en costumbre y que la misma costumbre se encarga de llenar. Naturalmente, una respuesta de esta naturaleza es el paso previo al silencio, al momento en que la costumbre provoque pereza y las filípicas etarras no reciban comentario alguno. Pero además de esa vacua recepción que da una medida de su alcance, hay un rasgo de este último comunicado que me ha llamado la atención: la recapitulación de su lenguaje, más cool que el que suele ser habitual en ellos.

Resulta llamativa, por ejemplo, la frecuencia con la que aparece en el comunicado la palabra "libertad". Como lo he leído en castellano, supongo que el texto en euskera hablará de askatasuna, palabra que antaño lo mismo servía para significar libertad como independencia, pero que limitó su significado cuando para la segunda se empezó a utilizar el término nada ambiguo de independentzia. Así, la necesidad de una verificación internacional la presentan según valores de cierre y apertura, de modo que un rechazo de la misma respondería a la exigencia de ocultar al exterior la falta de libertad existente en Euskadi. Otros ejemplos de esa reiterativa apelación a la libertad serían: "aún queda por recorrer todo el camino que nos llevará a la libertad", "dar nuevos pasos por la libertad y contra la represión", "el bloque formado por aquellos que deseamos abrir un escenario de libertad", etc. Es posible que este cambio de lenguaje responda nada más que a una adaptación a los tiempos, pero no es improbable que sea ahí donde haya que ver la conexión con lo que está ocurriendo en el frente político, con esa nueva marca a la que el comunicado ni menciona.

Y veamos cómo ha reaccionado la izquierda abertzale a este último alumbramiento. En palabras de Tasio Erkizia, "la organización deja el testigo del futuro de Euskal Herria en manos del pueblo vasco", lo que prueba tanto el supremo poder que aún se le otorga a la organización como la continuidad entre estrategia armada y estrategia política. Muestra asimismo que cualquier pretensión de que la izquierda abertzale, sea cual sea su denominación definitiva, exija la disolución de ETA o condene su historia de terror es como pedir peras al olmo. Es evidente que ETA presenta claros indicios de caducidad, y que la situación no será la misma si el testigo sigue estando o no en sus manos. Pero la esencial naturaleza del testigo es inviolable, y es con lo que se pretende otorgar legitimidad a su pasado, presente y futuro. El testigo sigue siendo el mismo. Para toda la eternidad.

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