Pelotaris populares
La reciente entrada de Titín III en política de la mano del Partido Popular supone un hito en muchos sentidos, pero sobre todo un rasgo de valentía que termina de engrandecer la figura de Augusto Ibáñez acercándolo al mito. Que un jugador de pelota vasca reconozca públicamente su adscripción a las filas populares es, además, un signo de un tiempo nuevo. No es normal que un partido político que en Euskadi se mueve entre el 15% y el 20% de voto tenga, aparentemente, la poca presencia que tiene en la sociedad vasca. No es normal que cuando en una cuadrilla se habla de política falten siempre las opiniones de los mismos, no es normal que declarar una opción libre y democrática sea motivo de molestias e inconvenientes. Es cierto que han sido años de callar, años y años de miedo y silencio, pero algo está cambiando. Que a nadie le extrañe a partir de ahora que en una sociedad vasca nueva sin amenazas ni miedos aparezcan tenderos, abogados, baserritaras, fontaneros, amas de casa, periodistas, actores, aizcolaris, jubilados, empresarios, conductores de autobús y hasta pelotaris del Partido Popular.
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