Zarautz consigue hacer factible el gobierno de unidad
Es el único municipio donde todos los grupos con ediles se reparten el poder
El Ayuntamiento de Zarautz, el quinto municipio más poblado de Guipúzcoa, con 22.095 habitantes, ha sido el único de cierta entidad en Euskadi donde todos los partidos representados han compartido tareas de gobierno los últimos casi cuatro años. Los portavoces de los cinco grupos -el alcalde, Jon Urien, de Hamaikabat; Imanol Lasa, del PNV; el socialista Patxi Elola; Andoni Ibarguren, de EB-Aralar, y el popular Rafael Olaizola- han analizado para EL PAÍS la experiencia de este auténtico gobierno de concentración, si es una fórmula válida para aplicarla en otros consistorios y las tiranteces que se han registrado durante este periodo.
El 6 de septiembre de 2007, tres meses después de las elecciones municipales de ese año, EA (ahora Hamaikabat), PNV, PSE y EB-Aralar, visto el apretado resultado electoral y tras un "esfuerzo de responsabilidad política", sellaron un acuerdo para este mandato con el fin de "contar con un gobierno estable". El PP se quedó fuera del pacto, pero en la práctica ha participado desde el inicio en la gestión municipal al aceptar una encomienda del alcalde para ocuparse del área de Comercio y Hostelería.
El PNV y EB-Aralar no repetirían una experiencia que los otros grupos valoran
El PP se quedó fuera del pacto, pero de hecho ha participado en la gestión local
El gobierno de todos en Zarautz fue la respuesta a "una demanda de toda la ciudadanía expresada en las urnas, que pedía a gritos un acuerdo plural, amplio", explica Urien. A punto de acabar el mandato, hay división de opiniones entre los portavoces sobre el resultado de la experiencia. H1!, PSE y PP la consideran "muy positiva", mientras que el PNV y EB-Aralar no la repetirían. Elola se declara "contento" porque la unión de todas las fuerzas ha permitido "tener un equipo de gobierno más abierto y cercano a los ciudadanos" y ha podido "romper una tradición de gobiernos monocolores o de mayorías absolutas entre dos grupos". "Esta vez, cualquier decisión se ha tenido que debatir de manera amplia entre partidos muy dispares", añade.
Zarautz ha hecho posible sentar en la misma mesa de un gobierno a formaciones con idearios tan antagónicos como el PP y EB-Aralar, o conciliar a dos partidos ahora tan enfrentados como el PNV y el PSE. "La realidad no ha sido tan maravillosa como puede parecer", recalca el peneuvista Lasa. "Ha funcionado por una especie de pacto de no agresión", explica, de tal modo que "cada uno ha ido a lo suyo, sin meterse en el terreno del prójimo".
El modelo no ha resultado positivo, añade Lasa, porque "se ha echado en falta un liderazgo claro" en el Ayuntamiento. Su opinión coincide con la de Ibarguren, de Aralar, quien personifica esa carencia en la figura del alcalde. El primero opina que el mayor déficit ha radicado en "la ausencia de nervio en el seno del gobierno municipal, debido a que la ausencia de una oposición ha restado tensión". A su juicio, todo ha desembocado en "una relajación total" por aquello de que "como sé que nadie me va a criticar lo que hago o dejo de hacer..."
Elola, cuyo grupo ha estado al frente de cinco carteras (Bienestar Social, Servicios Urbanos, Agenda 21, Educación y Participación Ciudadana), prefiere resaltar las ventajas que ha deparado la unidad de fuerzas, como el hecho de que "la mayoría de los proyectos han salido aprobados por unanimidad, algo que ha ocurrido en pocos pueblos de Euskadi o de España". Es más partidario de un sistema como este que del típico gobierno en minoría en el que para llegar a acuerdos hay que "cambiar cromos con la oposición".
EB-Aralar, que ha gestionado tres áreas (Urbanismo, Juventud e Igualdad), ha estado en dos ocasiones "a punto" de abandonar. "Siempre hemos cedido los mismos", se queja Ibarguren. Esta coalición renunció a recoger una de las cuatro actas que le correspondían al atribuírsela a la izquierda abertzale.
El PNV, al frente de Acción Social, Euskera, Obras y Turismo, no volvería a firmar el pacto porque "hay una parte de engaño". "Hemos sonreído, pero ha habido mucha bronca interna", asegura Lasa. Y apostilla: "Si ha sido posible [acabar la legislatura juntos] es porque los portavoces nos llevamos bien y hemos dado prioridad a la buena armonía que a una gestión eficaz. El problema es que nadie ha querido ser responsable de los fallos" que aprecia.
No lo ve igual Olaizola: "Ha sido positivo por ser la primera vez que el PP participa en la gestión municipal en Zarautz y nos ha permitido tener un contacto directo con los ciudadanos e intentar solucionar sus problemas. Es una experiencia de mucho valor". Ibarguren pondría un siete de nota a los dos primeros años, pero suspendería la etapa final.
Todos coinciden en que no es un modelo que se pueda trasponer fácilmente a otras localidades, aunque los representantes socialista y popular animan a "llevarlo a cabo si se dan las circunstancias", en palabras de Elola. No obstante, reconoce que no es su primera opción tras las elecciones de mayo. Ibarguren anima a otros consistorios a "que lo intenten", aunque les advierte de que resulta "muy difícil mantener el espíritu del principio sin un liderazgo clave del alcalde, quien debe tener en cuenta la opinión de todos los grupos". El propio Urien matiza que más que el modelo en sí, "lo que es válido es el criterio: lograr la máxima representación en el gobierno local", de modo que "estén reflejadas el mayor número de ideas".
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