El coordinador de bancos centrales advierte del aumento de la inflación
El Banco de Basilea refuerza al BCE en la necesidad de una subida de tipos
En el lenguaje de los bancos centrales, una rosa nunca es solo una rosa. Así que cuando el gobernador del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, adelantó a principios de mes que "era posible" una subida de los tipos de interés "en la próxima reunión", todos los analistas dieron por hecho que el tipo de interés aumentará en abril, tras casi dos años en el 1%. La certeza desaparece cuando se dirime si se trata de una subida puntual, para cortar una posible espiral inflacionista propulsada por el alza de las materias primas. O, si por el contrario, es el principio del fin de una política monetaria de emergencia para reactivar la economía. La advertencia sobre el "aumento de las expectativas de inflación", lanzada ahora por el Banco de Pagos Internacionales, el banco de los bancos centrales, da argumentos a los que anticipan una ronda de subidas de tipos, al menos en la zona euro.
Los cereales han subido el 80% en un año y el petróleo casi un 50%
El Banco de Pagos Internacional (BPI), radicado en Basilea (Suiza) y dirigido por el español Jaime Caruana, es la institución financiera internacional con más solera. Creado en 1930, coordina la regulación bancaria y acaba de elevar las exigencias de capital y supervisión para controlar a los bancos privados. Pero en su último informe trimestral, divulgado ayer, destaca que "la atención de inversores y gestores se centra ahora en la probabilidad de que se endurezca la política monetaria y en cuál será el ritmo de ajuste".
Tan relevante o más que la preocupación de inversores y gestores, es la atención prestada por el equipo técnico del Banco de Pagos Internacional. Es la primera vez, desde diciembre de 2005, que "el aumento de las presiones inflacionistas" es el asunto estelar en el informe trimestral del BPI. Y en el enrevesado lenguaje de los bancos centrales eso es equivalente a una resonante sirena de alarma.
Fue en diciembre de 2005 cuando el Banco Central Europeo comenzó la más reciente escalada de tipos de interés, desbaratada luego por la crisis financiera. Una escalada que duplicó el tipo de interés de referencia en la zona euro (pasó del 2% al 4%) en apenas año y medio, una etapa que los que tenían que pagar hipotecas (el Euríbor sobrepasó el 5%) recuerdan bien. Y fue también entonces cuando el gobernador del BCE empezó a usar la expresión "fuerte vigilancia" al referirse a la posición de la institución ante la evolución de los precios. La misma expresión que volvió a utilizar hace poco más de una semana cuando adelantó que una subida de tipos era "posible" y todos los iniciados en la simbología de los bancos centrales entendieron que es segura.
Como ya hizo en su exposición Jean-Claude Trichet, el análisis del Banco de Pagos Internacionales destaca el impacto de la explosión del precio de las materias primas en la inflación. En menos de un año, los cereales acumulan un incremento del 80%; el alza del petróleo y de los metales es algo menor (ronda el 50%), pero en opinión de los técnicos del BPI será más persistente, sigan o no las revueltas en el norte de África: "En contraste con el precio de los alimentos, donde han influido algunas malas cosechas, el incremento en los precios de la energía y los metales está impulsado por presiones de la demanda, que reflejan las expectativas de crecimiento económico mundial".
La diferencia entre una subida de tipos puntual y una ronda continuada de subidas radica precisamente en si los bancos centrales estiman que el repunte de la inflación es pasajero o en si hay riesgo de que se incorpore a las expectativas de trabajadores y empresarios, lo que alimentaría una espiral inflacionista. El Banco de Pagos Internacionales se abona a la idea de que la recuperación económica en la mayoría de los países avanzados "ha alcanzado velocidad de escape" y no necesita ya de estímulos para avanzar, como reflejarían las cotizaciones de las acciones en las principales plazas financieras, aún con algún traspiés.
El BCE, además, ha optado por mantener la asistencia de liquidez a la banca con problemas, con lo que solo le queda la opción de subir tipos para evitar que la recuperación se pase de vueltas.
Desde la perspectiva española, la posibilidad de una recuperación demasiado rápida es, ahora mismo, impensable. La inflación se encamina a tasas del 4%, sí, pero el crecimiento económico sigue sin hacer acto de presencia y la tasa de paro no baja del 20%. Pero es Alemania, no España, el foco de atención del BCE. Con tasas de crecimiento superiores al 3% y un desempleo en mínimos históricos, el recalentamiento de la economía alemana es una posibilidad creciente. Un panorama de bonanza que los trabajadores esgrimen para reivindicar aumentos salariales, tras años de moderación y pérdida de poder adquisitivo.
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