"Soy un antiguo, no uso Internet"
La entrevista transcurre de hoyo en hoyo. Sentados en un buggy. Mientras participa, el pasado lunes en Madrid, en un torneo benéfico junto a aficionados y patrocinadores, José María Olazábal (Hondarribia, Guipúzcoa; 1966) recuerda cómo el niño que vivía en un campo de golf se convirtió en uno de los mejores jugadores de la historia, ganador de dos Masters de Augusta (1994 y 1999) y capitán del equipo de Europa para la Copa Ryder de 2012.
Pregunta. ¿Cómo nació el golf en usted?
Respuesta. El golf surgió en mí porque tenía que surgir. En aquella época, finales de los años sesenta, lo jugaba muy poca gente. Yo vivía dentro del campo de Jaizkibel, en San Sebastián. Mi abuelo y mi padre trabajaron como cuidadores del campo. De lunes a viernes estaba vacío. Alguien nos dio un palo viejo, lo cortamos y, como no había absolutamente nadie, me pasaba el día pegándole a las bolas que encontraba mi padre. Tenía tres o cuatro años. Tengo fotos de entonces en casa. Con seis empecé en las clases colectivas los fines de semana. En mi familia nadie ha jugado al golf. Mi hermana, un año menor que yo, lo hacía por afición. No me presionó nadie para jugar. Surgió, sin más.
"Pensé que no volvería a jugar. Lo pasé mal anímicamente. No hay cosa peor que el dolor"
"Augusta es espectacular. Allí estoy en paz conmigo mismo, me siento feliz"
"Me gustan la caza y la naturaleza. Paseo por el monte con mi padre. Hablamos en euskera"
"La cultura de hoy es impersonal. Cada uno se encierra en su habitación"
P. ¿Aún vive allí?
R. Vivimos todos juntos en la misma casa del campo. Mi hermana está a tres kilómetros. Siempre me ha gustado ese sitio. El clima es un poco tedioso, pero tengo mar, montaña y buena comida. Disfruto de la vida. Es un sitio con el que me identifico.
P. ¿No practicaba aquel niño otros deportes?
R. Iba con el colegio a jugar al fútbol a la playa y con los amigos, al baloncesto y al tenis. No había más en aquella época. Siempre he sido de la Real Sociedad. Tengo los pies en el suelo, sé donde estamos. Y sigo al Barça desde que fichó a Begiristain, Bakero... Con ese traslado nació en mí un cariño, una unión con el Barça. Recuerdo que iba a Atocha. Me gustaban los de la vieja escuela. Quitando a Roberto López Ufarte, que tenía una bota muy delicada, la Real era fuerza y coraje. Ahora me gustan el Barça y Xabi Alonso.
P. ¿Va al fútbol?
R. Siempre que puedo. Solo, con un par de amigos o con mi cuñado. Mi padre es más caserote. Prefiere verlo en casa.
P. ¿De qué habla con él?
R. De caza y naturaleza. Nos gusta dar paseos por el monte. Nos contamos las pequeñas anécdotas del día. En euskera.
P. ¿Qué caza?
R. Vamos cerca de casa y a Toledo y Ciudad Real. Allí solo tenemos caza migratoria. Si quieres matar una perdiz o palomas, te tienes que mover. Tenemos algo de conejo y lo que llamamos la becada, la chocha perdiz. Y en octubre y noviembre, la paloma migratoria, pero tienes que ir a los montes de Navarra y que coincida un día de paso y viento sur.
P. ¿Fue a un colegio religioso?
R. No, a uno público. Se me cruzaba la asignatura de Lengua. Yo era más de ciencias, de eso de las fuerzas y los vectores, los vientos, la física...
P. ¿En casa hablan en vasco?
R. Sí, siempre. Mis padres lo pasaron peor por eso. A mi madre le castigaban en la escuela si hablaba en euskera con su hermana. Estaba prohibido. A mí eso no me pilló. Ahora cada vez más gente lo habla con más naturalidad en la calle. Ya no tiene ese cariz político de antes.
P. Al entrar en el Salón de la Fama del Golf, habló en euskera.
R. Di el discurso en inglés. Mis padres estaban allí y de inglés ni idea. Usé el vasco para que estuvieran a gusto. Mi padre lo entiende mejor que el castellano.
P. ¿Los jóvenes de ahora?
R. Es una generación totalmente diferente. Es otro mundo el que viven. Para mí jugar al golf fue una auténtica aventura. No tenías ninguna ayuda. Sabías que te estabas arriesgando. Hoy las marcas siguen a los jóvenes. Si uno apunta, está fichado. Tienes hoteles, coches de cortesía... Yo no pasé penurias. Severiano [Ballesteros] y los demás me ayudaron en la transición a profesional.
P. ¿Y la tecnología?
R. La cultura de hoy es mucho más impersonal, por desgracia. Las relaciones personales no son tan estrechas como antes. Es por todos los instrumentos que tenemos, el ipod, el no sé qué, la computadora... Nosotros, en el hotel, nos lo contábamos todo, jugábamos a las cartas... Hablábamos. Ahora cada uno se encierra en su habitación, coge su computadora, su Facebook...
P. ¿Usted no?
R. Yo, no. Cero patatero. Ni ordenador, ni Internet ni nada. Justo el teléfono para enviar dos mensajes y punto. Soy consciente de que estar conectado es muy útil para estar al día, ver las noticias, lo que quieras... De acuerdo. Pero hay que saber controlar eso. Si no sabes poner límite, acabas sin salir de la habitación. Me da igual que me llamen antiguo. Si es verdad, además. Es la pura verdad. Soy un antiguo. Sin comillas.
P. Y, como antiguo, ¿todavía tiene que enseñar?
R. Que te vean como un referente es un orgullo. Puedes transmitir lo que sabes a alguien de 18 años. Eso me gratifica.
P. ¿Tienen ilusión los jóvenes?
R. La ilusión no se pierde, la tienen intacta. Pero saben que no es primordial ganar para vivir del golf. Con el montante de premios que hay ahora... No es una obligación. También la competitividad es extrema. En los primeros años pasabas el corte con cuatro o cinco golpes sobre el par y ahora es siempre bajo el par.
P. ¿Se siente 100% jugador?
R. Todavía no. Me falta coger cierto nivel, recuperar sensaciones. Eso es fundamental para ser competitivo y sentirte jugador. No es solo salir a pegarle a la bola.
P. ¿Pensó en dejarlo por los dolores de espalda?
R. Sí. Ha sido muy parecido a lo que pasé en 1995 y 1996. Es difícil mantener el ánimo. No mejoras pese a muchos consejos médicos. Pensé que no volvería a jugar. Lo pasé mal anímicamente. No hay cosa peor que el dolor. Físicamente es durísimo, pero mentalmente puede ser peor.
P. ¿Un día normal ahora?
R. Empieza a ser parecido a lo que era antes. Me levanto a las 6.30, juego 18 hoyos, como, descanso y por la tarde doy unas bolas. Hago muchos estiramientos porque no puedo levantar pesas. Corro un poco, pero se me resiente la espalda. Piscina no he hecho. Me han recomendado pilates.
P. ¿Qué supone ser capitán de Europa en la Copa Ryder?
R. Alegría, orgullo y, sobre todo, responsabilidad. Hay que estar atento a cualquier detalle, estar al día de cómo están los jugadores, viajar, ver el campo...
P. ¿Lo ve como el final de su etapa como jugador?
R. Eso es ley de vida, ya soy consciente de ello. Si el físico me respeta, aguanto algún añito más para intentar darme una alegría.
P. ¿Qué supone Augusta?
R. Es un sitio del que tengo recuerdos maravillosos. Hay mucha tradición. Es espectacular. Estar en el vestuario de ganadores y que entren Tiger Woods, Gary Player o Fred Couples... Allí estoy en paz conmigo mismo, me siento feliz.
P. ¿Volverán a lo alto Woods y Sergio García?
R. Tiger volverá a ganar un grande. Es difícil que domine el golf como antes. Sergio necesita recuperar la alegría y la ilusión, estar a gusto consigo mismo. Y Miguel Ángel Jiménez... su filosofía de vida me da moral.
P. Cuando no juega, aparte de diseñar campos, ¿qué hace?
R. Caza y naturaleza. Paseo por La Concha, por Hondarribia, por los montes... Me gusta la música pop: Tina Turner y Joe Cocker. Y leer alguna revista científica.
P. ¿Sigue la revuelta árabe?
R. Estoy impresionado con un movimiento así. Con lo duros que son allí. Espero que esto haga un mundo más estable.
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