Duran Lleida, el vicepresidente en la sombra
El líder de Unió presume de que su tándem con Mas "genera confianza"
No pocos pasajeros se extrañaron la semana pasada al ver que en su vuelo Bruselas-Barcelona un Artur Mas casi de incógnito viajaba instalado en la fila 14 con las incomodidades propias de toda compañía de bajo coste. Los más observadores entendieron todavía menos cosas cuando se dieron cuenta de que quien ocupaba la noble primera fila del mismo vuelo era Josep Antoni Duran Lleida, que pasa por ser el político mejor valorado en todas las encuestas de España, pero que ni mucho menos tiene, hoy por hoy, el rango de presidente de la Generalitat.
La situación puede explicarse por el confesado miedo de Duran Lleida a volar alejado de las salidas del avión, pero la estampa no deja de reflejar otra realidad: el líder de Unió, sin ser miembro del Gobierno de Mas, tiene hoy por hoy más poder que cualquiera de los consejeros que integran la Generalitat. Y fuera de Cataluña, sobre todo ante el Gobierno central, es Duran quien mueve los hilos casi en solitario.
Duran, sin control del Parlamento, tiene más poder que los consejeros
Otrora enfrentados para suceder a Jordi Pujol y protagonistas de mil y una disputas en el seno de Convergència i Unió, Duran y Mas presumen hoy de una reencontrada buena relación que parece favorecer a ambos. Duran se ha erigido como verdadero vicepresidente de la Generalitat pese a que es su compañera de partido Joana Ortega quien posee el cargo. El líder de Unió no es miembro oficial del Gobierno ni está sujeto a la engorrosa fiscalización del Parlament, pero por sus manos pasan asuntos tan delicados como las relaciones con los poderes del Estado y la proyección exterior de la Generalitat, además de las siempre complicadas negociaciones para lograr nuevas competencias para el Gobierno catalán. Es, según un dirigente de Convergència, "el conseguidor de Artur Mas en Madrid". Igual puede negociar las competencias sobre control de las costas que se reúne con las compañías eléctricas.
El presidente de la Generalitat también ha salido ganando de la situación. Duran, con el que les separan asuntos de calado como el escaso soberanismo del líder de Unió, está dentro del Gobierno sin estarlo. Una suerte de pareja que evita las complicaciones de convivir bajo el mismo techo.
En su carta semanal a la militancia de Unió, Duran Lleida presumió ayer de la nueva relación creada entre él y Artur Mas. Y alardeó de estar generando confianza entre los catalanes. "Obviamente, el presidente es Artur Mas pero el tándem Mas-Duran es indestructible (...). La cohesión entre Mas y Duran traslada confianza a la sociedad", dijo en un intento de marcar distancias con los desaguisados del tripartito.
Ciertamente, Duran y Mas han optado por enterrar el hacha de guerra y saborear juntos las mieles de la reconquista de la Generalitat. Pero no todo han sido rosas. En el Palau de la Generalitat aún resuenan, por ejemplo, las maledicencias del equipo del presidente cuando se enteraron hace pocas semanas de que Duran había pactado por su cuenta en el Congreso medidas a favor de los concesionarios de coches que lesionaban los intereses de los fabricantes. Mas, que no podía permitirse el lujo de ponerse en contra a uno de los primeros sectores industriales de Cataluña, rectificó de inmediato a su hombre en Madrid y Duran, no tardó en admitir su "error". El patinazo se resolvió esta vez de puertas hacia adentro, pero la oposición ya está al acecho convencida de que el tándem no tardará en mostrar fisuras.
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