El futuro del euro se juega en África
La rebaja en la calificación de la deuda española que anunció ayer Moody's era relativamente fácil de prever: no tenían más que fijarse en el déficit del conjunto de las comunidades autónomas. Al resaltarlo, Moody's les recuerda que si no reducen el gasto podrían echar por tierra los esfuerzos realizados hasta el momento. Las dudas de Moody's sobre el crecimiento económico español o las necesidades de recursos propios de los bancos y cajas están más en el terreno de lo discutible. Pero cuando se trata de ingresos y gastos las cifras cantan: no se puede gastar mucho más de lo que se ingresa por tiempo indefinido.
Mucho más relieve, en cambio, tenía la comunicación que hizo el Banco de España sobre las necesidades de recursos propios de bancos y cajas: también entraba dentro de lo esperable y guarda bastante coherencia con los resultados de las pruebas de resistencia del verano de 2010. Y si impresiona ver las necesidades de capital, absolutas y relativas, de algunas cajas, todo se corresponde con una situación algo más deteriorada que la de la primavera-verano del año pasado: no hay que olvidar que, con independencia de la rapidez o lentitud con que han actuado el Gobierno y el Banco de España, esta es una crisis inmobiliaria clásica; que deteriora lentamente la situación y en la que los bajos tipos de interés han impedido que se desarrollara de manera más virulenta, sobre todo para las familias. Nada que ver con el hundimiento súbito de algunas entidades de EE UU que obligó a recapitalizarlas de manera instantánea, también con dinero del Estado.
Si el petróleo se dispara, habrá menos crecimiento, inestabilidad bancaria y agrietamiento de la UE
Este mes habrá cumbres políticas que hablarán de todo esto. Sin embargo, el futuro de la deuda y de la banca española, el de la UE y el propio euro, se está jugando lejos de aquí, en el norte de África y en el Oriente Medio, donde la población, y en especial los más jóvenes, manifiestan su ansiedad extrema por poder mirar al futuro con esperanza. La misma ansiedad que calmaba entre los españoles de los años 60 y 70 la perspectiva de que habría una prosperidad futura por vía de la integración en Europa cuando llegara la democracia. Si no se les ayuda a generar unas expectativas equivalentes, la inestabilidad va a continuar y dará, antes o después, nacimiento a regímenes hostiles en la otra ribera del Mediterráneo. Lo que podría llevar el precio del petróleo a cualquier nivel que queramos imaginar, con su impacto letal en el crecimiento económico, la estabilidad de los bancos y el agrietamiento de la UE.
EE UU creó la NAFTA, que es una zona de libre comercio con México y Canadá. Europa puede hacer lo mismo con lo que fue durante siglos su área natural para el comercio y para las guerras (¿MEFTA?), que no es otra que la geografía del antiguo Imperio Romano. Con la confianza de que el comercio pueda acabar con las guerras esta vez. Como dicen los anglosajones, esto es una oportunidad que solo se da una vez en cada generación.
Juan Ignacio Crespo es director en Thomson Reuters.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.