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"Soy tan de la Iglesia como el Papa"

El arzobispo Sistach llama a capítulo al padre Manel por sus opiniones

Al arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, no le gustan las opiniones del padre Manel, como es conocido el sacerdote Manel Pousa. Ya le llamó en su día la atención, tras haber confesado este que había financiado el aborto de una muchacha de 14 años "para evitar un mal mayor", según explicó ayer a este diario. Y ahora lo ha vuelto a llamar. En esta ocasión, el motivo es la aparición del libro Pare Manel. Més a prop de la terra que del cel (Angel Editorial), producto de una serie de charlas con el periodista Francesc Buxeda. En él, el sacerdote explica que se siente libertario y que vive con una compañera (sin relación sexual alguna), y defiende que el celibato debería ser voluntario y la presencia de la mujer en la Iglesia en pie de igualdad con el hombre. El arzobispado declinó ayer comentar los motivos que han llevado al arzobispo a llamar al sacerdote a una charla para la que aún no hay fecha.

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"Yo hablo de la vida", sostiene Manel Pousa, nacido accidentalmente en Granada, en 1945, de familia catalana que retornó a Barcelona cuando él tenía tres años. "Una vida se me ha dado, un regalo, y trato de buscar el sentido a la existencia". Lo encuentra en los Evangelios, pero se niega a interpretarlos "como algunos cristianos, incluidos algunos católicos", al pie de la letra. Reclama "el sentido común" para la lectura bíblica y para las frases que ha recogido Buxeda. Y no deja de sorprenderse ante el hecho de que irriten más sus opiniones sobre cuestiones sexuales que sobre la propia jerarquía, a la que acusa de vivir, en no pocos casos, de espaldas a los problemas de los más pobres.

El padre Manel trabaja en el barrio de la Trinitat, distrito de Nou Barris, y también en las prisiones. Pero siempre lo hace convencido de que en este mundo "cabe la posibilidad de instaurar la paz y la justicia" siempre que uno no crea que tiene la verdad y el derecho de imponerla a los demás. "Creo que esa preocupación excesiva por la sexualidad se debe a que la educación en este asunto ha sido muy represiva, pero no es mi caso. Yo, antes de ser sacerdote, tuve novia y no me escandalizo fácilmente".

A lo que no está dispuesto es a que le saquen de la Iglesia católica, a la que pertenece, pese a que algunas de sus posiciones parecen estar en el límite de la ortodoxia. "Yo soy tan Iglesia como el Papa o el obispo. Puede que lo que diga le suene mal a la extrema derecha, pero esa gente no me va a alejar de mi Iglesia, una institución donde he sido acogido por gente extraordinaria. Podemos tener fricciones, como en toda familia las hay. Y la Iglesia es mi familia".

Esa derecha le ha acusado de ser proabortista, aunque él ha dicho por activa y por pasiva que no es partidario del aborto. Cuando favoreció el aborto de una niña lo hizo, explica, porque antes había visto a otra desangrarse. A la muchacha le ofreció ayuda cuando esta aseguró que abortaría de cualquier modo, decidido, de acuerdo con la educadora del barrio, a "cometer un mal menor para evitar otro mayor". Martínez Sistach le riñó, tras una denuncia que el padre Manel atribuye al grupo ultracatólico E-Cristians.

El resumen de sus creencias puede ser leído en la página 43: "Creer en Dios no es creer ciegamente en una normativa de buena fe, de educación, de buenas costumbres", sino "dar de comer o de beber" a los pobres o trabajar por conseguir la paz en vez de "teorizar sobre el más allá o si existe el cielo".

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