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Reportaje:Moda

Karl Lagerfeld anuncia en París una nueva era

Chanel recupera la masculinización femenina de sus orígenes

Eugenia de la Torriente

"Es el principio de una nueva era", asegura Karl Lagerfeld. Tras presentar su apocalíptica colección para otoño-invierno 2011 de Chanel, el diseñador se mostraba relajado. Mucho más de lo que su sombrío escenario permitía esperar. Una pasarela de madera de 150 metros serpenteaba sobre grava negra y rocas volcánicas. La niebla se pegaba a las paredes, pintadas con las sombras de un bosque, de una caja de 350 metros de largo en el interior del Grand Palais. Un decorado sorprendentemente inhóspito que remitía a un poema de Paul Verlaine, Coloquio sentimental.

Si hablamos de desazón y tormento, pocos pueden exhibir las credenciales de Verlaine. Consumido por la pasión, disparó a Rimbaud, su antiguo amante. El poema, de 1869, es una fúnebre negación de la idealización amorosa. "Tuve una visión y la dibujé. Luego, descubrí los símbolos que escondía. El poema, las películas de Fritz Lang... ", explica Lagerfeld.

No está claro si representaba el principio o el fin de algo, pero sí que era el escenario de una batalla. Dos cajas blancas esperaban en cada extremo de la pasarela. Se abrieron a la vez. Freja Beha y Stella Tennant surgieron de las tinieblas. Como en duelo, marcharon a encontrarse. A su paso, dejaban el rastro de una nueva dirección. El lugar que en enero -en la alta costura-, ocupaban gráciles bailarinas de rosa fue tomado por aguerridas chicas, armadas con botas militares y protegidas por múltiples capas de lana gris y negra. "Es un punto de inflexión. Las modelos nacen en un planeta nuevo", sugiere el diseñador. Evocan un renacer de las cenizas.

La masculinización de Chanel implica que las minifaldas se lleven sobre vaqueros, que los pantalones se arrebujen dentro de las botas y que se aparquen los vestidos de noche en favor de monos de trabajo engalanados para la fiesta. Una ruptura con el pasado reciente, pero no con los orígenes. Coco Chanel revolucionó el vestir femenino apropiándose de las prendas más funcionales del armario de los hombres.

Lagerfeld destruye una identidad para crear otra. Un futuro en el que el septuagenario diseñador tiene intención de seguir participando. "Estamos encantados con él. Continuaremos juntos tanto como sea posible", afirma Bruno Pavlovsky, presidente de la división de moda de Chanel. En tan dramático escenario es difícil olvidar los acontecimientos que han marcado esta semana. Lagerfeld no podría tener una visión más desapasionada del conflicto desatado por el vídeo de Galliano. "Me pone furioso, la gente creerá que todos somos iguales", defiende. "Si aceptas un cargo como este no puedes comportarte así. Mucha gente depende de ti y tienes que estar a la altura. Si no te gusta, quédate en casa. No puedes creer que estás por encima de todo".

Para los diseñadores más jóvenes, la alianza entre Chanel y Lagerfeld es equiparable al matrimonio de sus abuelos. Una unión con estabilidad de otro tiempo. A ellos les ha tocado vivir relaciones impacientes e inciertas. La insistencia en divorciar a Stefano Pilati de Yves Saint Laurent no cesa por más que renueven sus votos. El italiano se enfrentó a los rumores con una colección valiente. Cuando todo el mundo recupera los colores y siluetas del maestro, él toma su propio camino: cuadros masculinos y guiños a la era disco en riguroso blanco. François Henri Pinault, presidente de PPR (grupo que posee la compañía), sonreía complacido.

Tras la complicada sucesión de Valentino, Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli parecen seguros en la plaza que ocupan desde 2008. Ayer, abundaron en su modernización de la firma por la vía de lo etéreo. Encaje y cachemir se alían en delicados relieves y, una vez más, el protagonismo es para lánguidos vestidos en colores maquillaje. Según las notas, "cada pieza cita sus momentos favoritos de la herencia de Valentino".

El idilio aguanta, pero conviene no olvidar el poema de Verlaine que Lagerfeld ha escogido. Dos espectros evocan el pasado en una noche tenebrosa, uno quiere recordar la pasión y felicidad que vivieron; el otro, descarta la nostalgia. "La esperanza huyó derrotada, hacia el cielo negro", le espeta a su viejo compañero. Qué imagen tan pertinente para el penúltimo día de una semana de la moda desasosegante.

Karl Lagerfeld pasa por delante de las modelos que lucieron ayer en París su nueva colección.
Karl Lagerfeld pasa por delante de las modelos que lucieron ayer en París su nueva colección.PATRICK KOVARIK (AFP)
Una silueta de Valentino.
Una silueta de Valentino.G. FUENTES (REUTERS)
Rocas volcánicas y niebla ofrecían un inhóspito paisaje para la larguísima pasarela de 150 metros de madera de Chanel. Un fondo de bosque tenebroso pintado a mano, de 350 metros de largo por 12 de alto, encajonaba el espacio en el Grand Palais. Se tardaron siete días en construirlo y albergaba casi 2.500 asientos. En cada uno de los extremos, una gran caja blanca con el <i>logo</i> de la firma. Sus tapas descendieron para revelar un cubo lleno de humo del que salían las modelos. Las dos modelos favoritas de Karl Lagerfeld en este momento, Freja y Stella Tennant, salieron a la vez (una por cada lado). Texto: EUGENIA DE LA TORRIENTE
Rocas volcánicas y niebla ofrecían un inhóspito paisaje para la larguísima pasarela de 150 metros de madera de Chanel. Un fondo de bosque tenebroso pintado a mano, de 350 metros de largo por 12 de alto, encajonaba el espacio en el Grand Palais. Se tardaron siete días en construirlo y albergaba casi 2.500 asientos. En cada uno de los extremos, una gran caja blanca con el logo de la firma. Sus tapas descendieron para revelar un cubo lleno de humo del que salían las modelos. Las dos modelos favoritas de Karl Lagerfeld en este momento, Freja y Stella Tennant, salieron a la vez (una por cada lado). Texto: EUGENIA DE LA TORRIENTEFRANCOIS MORI (AP)

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