Las fincas más enfermas del Raval
El Ayuntamiento obliga a rehabilitar el edificio del bar Marsella, en el corazón de Ciutat Vella - El distrito asume que es un proceso difícil y largo
El Marsella, uno de los bares con más solera de Barcelona -su apertura data de 1820-, que aparece en múltiples guías turísticas y es recordado por su conocida absenta, está en los bajos de uno de los edificios más degradados del corazón de Ciutat Vella. Ese inmueble, justo el que hace esquina entre Sant Ramon y Sant Pau, será uno de los primeros en los que el Ayuntamiento de Barcelona quiere aplicar el plan de choque para rehabilitar 63 fincas del Raval de las calles de Robador y Sant Ramon.
La finca del Marsella -un edificio de pisos- está cerrada a cal y canto desde hace años y en muy mal estado. Es una de las siete que, según la radiografía municipal, requiere una intervención urgente. El bar Marsella, además, está catalogado, por lo que la intervención es más compleja. La semana próxima técnicos del distrito se reúnen con la sociedad propietaria del edificio, que quería convertirlo en hotel. Mientras, ha permitido que el inmueble se deteriorase por falta de intervención. No es el único caso porque otros propietarios -bien particulares, sociedades inmobiliarias e incluso la propia Administración, que ha ejecutado embargos sobre fincas enteras- han consentido en la degradación.
Inmigrantes paquistaníes son propietarios de pisos de dos fincas
La Agencia Tributaria embarga uno de los inmuebles
En esa finca y en las otras seis que están en peores condiciones el distrito ha realizado ya una inspección para exigir a la propiedad que se ponga manos a la obra y las rehabilite. Si la propiedad no lo hace, lo hará el Consistorio de forma subsidiaria. El Ayuntamiento ejercerá, además, el derecho de tanteo si los propietarios intentan vender el edificio. Esos instrumentos los posibilita la Ley del Derecho a la Vivienda en las áreas de conservación y rehabilitación especial, como ha sido considerado el corazón del Raval.
"Es un proceso largo y complicado que no se hace en dos días, pero es el arma administrativa contra la degradación de los barrios", argumenta la edil del distrito de Ciutat Vella, Assumpta Escarp. El proceso administrativo ya ha empezado y los propietarios de las fincas que no se han enterado -se ha publicado en el Boletín Oficial de la Provincia- recibirán notificaciones de la Administración con la orden de ejecución de las obras de rehabilitación, presupuesto incluido.
Las siete fincas -la del bar Marsella es una de ellas- sobre las que actuará el distrito de forma preferente tienen un elemento en común: arrastran años de degradación y están en el centro de la zona de la prostitución callejera. Y no pocas esconden otro de los problemas del Raval:los pisos patera. Cada una tiene su historia.
Robador, 55. Lo que fue un famoso meublé hasta la década de los cincuenta del siglo pasado se convirtió luego en un inmueble de pisos. Es una finca de bajos y cuatro pisos que, en teoría, está vacía. No lo está, como se aprecia en las cabezas que se asoman a sus ventanas. Dos de los pisos están ocupados ilegalmente. La persona -un inmigrante rumano- que se presenta como el "cuidador de la finca" por orden de la propiedad dice que allí no vive nadie. En los bajos del inmueble hay un comercio de ropa en que los chorretones de humedad de las paredes evidencian el estado de los bajantes de la finca. Maurici, que regenta el negocio, explica que desde hace un año deposita el alquiler en un banco por indicación judicial, porque la propietaria se negaba a cobrarle el alquiler.Se trata de una de las tretas habituales del mobbing inmobiliario para instar el desahucio del inquilino por falta de pago. "Lo han intentado, pero no lo han conseguido", afirma Maurici. Fuentes cercanas a la propietaria niegan el estado de abandono del inmueble. "El Ayuntamiento no tiene nada que decir", señalan.
- Robadors, 33. Es uno de los inmuebles del Raval en los que las maniobras del mobbing se iniciaron hace años. La finca arrastra un historial de litigios judiciales entre dos hermanos, Miquel y Salvador Boluda. El primero acusa al segundo de haberle "robado" en 2003 su parte del edificio, junto con otras 11 fincas que poseen en la zona, mediante una falsificación notarial en Samoa, un paraíso fiscal.
El último dueño registrado de la finca es Sofic Investments, una empresa a nombre de Salvador y también asentada en la isla de la Polinesia. En su despacho en Barcelona no hay actividad alguna. La finca, sin embargo, ya ha sido embargada por la Agencia Tributaria de Barcelona por una deuda de 5,2 millones de euros. El Consistorio argumenta que pese a ello se dirigirá contra la propiedad registral para conminarla a que la rehabilite e inscribirá el derecho de tanteo en el registro.
Amapola, de 75 años, es una de las vecinas de la finca. Desde que se inició el litigio entre los hermanos consigna, junto con otros tres vecinos, los 66 euros de la renta en una cuenta bancaria. Desde diciembre no les reciben el dinero y le preocupa que les quieran sacar de su casa, pues ya lo han intentado en otras ocasiones. En la escalera muchas veces se encuentra con los hombres que maltratan a las prostitutas. "Aquí siempre ha habido prostitución, pero no así. Mucha gente cree que por estar en esta calle vive en barra libre", dice con nostalgia. Alguna vez le arreglaron las humedades, pero en el salón la pintura se descascarilla. La mujer, que nació en la casa, y sus otros dos vecinos se aferran a sus contratos y esperan que el plan del Ayuntamiento termine con sus problemas. "Esto es suelo de oro en una casa de barro", afirmó.
- Robadors, 5 y 12. Las dos fincas tienen la particularidad de que son de propiedad horizontal ya que hace años se vendieron a los inquilinos o a otras personas. La mayor parte de los pisos de las dos fincas -unos 12 en total- son propiedad de inmigrantes de nacionalidad paquistaní, y no pocos son pisos patera. Esa es, al menos, la percepción que tienen los responsables de los negocios de los bajos de ambas fincas. La del número 12 no tiene timbres en la puerta y la escalera está en un estado deplorable: ventanas sin cristales, tuberías rotas y madejas de cables por todas partes. "Solo arreglan algo cuando ya no hay remedio. Yo tuve unas goteras en el obrador y no las arreglaron hasta que caía el agua a chorro", explica Sergi. En la finca del número 5 de la misma calle han podido constituir la comunidad de vecinos y están en pleitos por el impago de las cuotas de más de uno de los propietarios. "Algunos deben más de 6.000 euros. Queremos rehabilitar el edificio, pero así es muy dificil", apunta Rafael, uno de los propietarios de esa comunidad.
- Robadors, 25.Es una finca de cuatro pisos cuyo portal suele estar flanqueado por prostitutas callejeras. El propietario aparece en el Registro Mercantil como admnistrador de una inmobiliaria de Barcelona -Bermon- con la que ha sido imposible contactar.
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