Annie Girardot, ídolo popular del cine francés
Luchino Visconti optó por ella frente a Brigitte Bardot
Apodada la Piaf del cine francés por el cineasta Claude Lelouch, Annie Girardot fue, pese a una larga carrera marcada por los altibajos, una de las actrices más queridas en su país. Su voz de fumadora empedernida de gauloises, su pelo corto, su rostro expresivo y la energía que transmitía la convirtieron en un ídolo cercano, la antítesis de la lujosa estrella de Hollywood. Consumida por el alzhéimer desde hacía una década, en los últimos meses Girardot había olvidado hasta su profesión y pasaba el tiempo escuchando a Brel y Brassens. El lunes murió en un hospital parisiense a sus 79 años. Hoy será enterrada en el cementerio de Le Père Lachaise.
"No sé si el cine francés me ha echado de menos, pero yo he echado mucho de menos al cine francés, locamente, apasionadamente... dolorosamente". En una de sus últimas apariciones públicas, Girardot recibía emocionada en 1996 el César a la mejor actriz de reparto por su papel en Los Miserables, de Lelouch. No era su primera recompensa -ya recibió el galardón a la mejor actriz protagonista en 1977 por La vida privada de la doctora Françoise Gaillant, de Jean-Louis Bertucelli- pero marcaba su regreso después de pasar años apartada de la gran pantalla. "Vuestro testimonio, vuestro amor me hace pensar que quizás, digo bien quizás, no estoy todavía del todo muerta", concluía con un hilo de voz entrecortado y respaldada por un mar de aplausos.
No lo estaba. Unos años después, en 2002 y ya afectada por la enfermedad, volvía a ser recompensada por su papel en La Pianista, de Michael Haneke. Fue uno de sus últimos trabajos, con el que cerraba por todo lo alto una carrera en la que alternó grandes películas con otras puramente alimenticias, sagas televisivas y experiencias de dispar éxito en el teatro.
Girardot, nacida el 25 de octubre de 1931 en París de madre soltera, estudió primero en el Centro de Artes Dramáticas de la capital. Pasó por el Conservatorio de París y en 1953 entró en la prestigiosa Comédie Française, que abandonó en 1957 para dedicarse al celuloide. Jean Cocteau, con quien trabajó en La máquina de escribir, vio en ella "el más bello temperamento dramático de la posguerra".
En 1960, Luchino Visconti, con quien ya había trabajado en el teatro, la prefirió frente a Brigitte Bardot para interpretar el papel de Nadia en Rocco y sus hermanos. Durante el rodaje conoció al que sería el padre de su hija Giulia, Renato Salvatori, con quien se casó dos años después y vivió una relación tormentosa.
A partir de entonces actuó en más de un centenar de películas, alternando comedias con melodramas. Entre ellas destacan, por citar algunas, El vicio y la virtud (1962), de Roger Vadim, Tres habitaciones en Manhattan (1965), de Marcel Carné, Vivir por vivir (1967), de Lelouch, y Morir de Querer (1971), de André Cayatte, uno de sus mayores éxitos. A partir de los ochenta, la actriz regresó también al teatro y protagonizó grandes series de televisión.
A finales de los noventa, la enfermedad de Alzheimer, que le diagnostican oficialmente en 2004, empieza a hacer estragos. Su familia decidió hacer pública su situación en 2006 para acallar los rumores que insinuaban problemas de la actriz con el alcohol. Su combate contra la enfermedad quedó retratado en el emotivo documental de Nicolas Beaulieu Annie Girardot, ainsi va la vie (Así va la vida), emitido en 2008.
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