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La Fundación pidió el cese de Argilagos por miedo a perder ayudas públicas

Givenchy trató de que el arquitecto se desvinculara del Museo Balenciaga

A cuatro meses de que se inaugure el Museo Balenciaga de Getaria, con la Fundación restaurada y las cuentas saneadas, los únicos flecos que ensombrecen el proyecto para ensalzar la obra del modisto vasco son los que cuelgan del proceso judicial en el caso Balenciaga por presuntas irregularidades en la gestión.

En el ojo del huracán se encuentra el arquitecto cubano Julián Argilagos, uno de los tres imputados que no ha declarado aún ante la juez a pesar de haber sido citado en dos ocasiones. Argilagos, acusado de presunto intrusismo y administración desleal, se negó a declarar alegando motivos de salud y económicos: "mis médicos no me autorizan viajar por estrés y el corazón. Además, estoy arruinado, sin dinero para pagarme el billete".

Cabrera reprochó a Camio su falta de lealtad en defensa del arquitecto
Argilagos fue cuestionado como diseñador y por su relación con Camio

Pero el arquitecto, que vive en Miami desde 2005, quiere dar su versión de los hechos que han enturbiado durante diez años -entre 1997 y 2007- el proyecto donde figura como diseñador y conservador.

Unos documentos a los que ha tenido acceso EL PAÍS constatan las complicadas relaciones que mantenían Argilagos y el ex secretario general de la Fundación Manolo Cabrera a quien el arquitecto señala como principal "instigador de una cacería para que renunciara como diseñador". En medio de la contienda se encontraba siempre Mariano Camio, ex alcalde de Getaria, ex gerente de la Sociedad Berroeta Aldamar y la Fundación y supuestamente pareja sentimental del cubano. Camio está imputado por un delito continuado de administración desleal, apropiación indebida y falsedad en documento mercantil, además de un delito societario y otro de malversación de caudales públicos.

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En una carta remitida en julio de 2002 a Julian Argilagos, Manolo Cabrera deja claro que la Fundación no aprueba a Argilagos, rechaza su actitud y le reprocha "su obsesión persecutoria hacia él". Y añade: "Desde mi cargo como secretario general me opondré a que usted esté presente en las reuniones de trabajo de los órganos de gobierno de esta Fundación, a los que nunca ha pertenecido".

Argilagos fue en numerosas ocasiones cuestionado tanto por su papel como diseñador como su supuesta relación sentimental con Camio. En una de las actas de una reunión mantenida en 2002 en el Hotel Ritz de Madrid en la que se encontraba un representante del Ministerio de Cultura y algunos patronos y representantes de la Fundación como Sonsoles Díez de Rivera, Cabrera, y Givenchy, se le comunica a Argilagos el deseo de la Fundación de que renuncie. Según la carta, "Givenchy reconoce que es una situación desagradable ante el riesgo de que el Ministerio de Cultura y el Gobierno vasco no den más dinero para la construcción del museo si sigue él [Argilagos] como conservador". En esa reunión, Camio salió en defensa del arquitecto diciendo que "no aceptaba que se le tratara así y que no aprobaría su renuncia hasta que no se limpiara su buena imagen".

Camio tuvo varios encontronazos con Cabrera por culpa de Argilagos. En un correo electrónico remitido en 2002, el abogado donostiarra le censura a Camio que "un vicepresidente debe de estar, por lógica, más cerca de su Secretario General que de un empleado que insulta y amenaza a éste. Por favor, no hagas guerra contra mí en defensa de don Julián. Creo que sería un error".

Sin embargo, dos años antes, en 2000, Cabrera no dudó en defender la profesionalidad de Argilagos. En una carta enviada al arquitecto Fernando Arizmendi, Cabrera quita hierro a la falta de homologación del título de arquitecto: "El señor Argilagos ha solicitado la homologación de su título académico al Ministerio de Educación sin que haya respuesta (...), por lo que esta Fundación no ha encomendado a aquel ningún trabajo profesional que pueda suponer intrusismo conforme a nuestra legislación".

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