"Las 'maras' reaccionan en caliente"
El caso de Laura no es único. La policía ha detectado que, mediante coacciones en los institutos, las bandas han arrastrado a su seno a otros jóvenes. Lo hacen, sobre todo, grupos emergentes como la Mara Salvatrucha. Su presencia en Cataluña se detectó en 2004. Pero ha sido en los últimos tres años cuando más se han hecho notar, con peleas y agresiones mortales. "Han sido de los últimos en instalarse y han querido ganarse un espacio", subraya Lluís Paradell, experto de los Mossos d'Esquadra en bandas latinas. "Hay casos de niños que se estaban integrando bien, desde pequeños, y que de repente se pasan a las bandas y se pierden. Es un factor de riesgo", aunque Paradell matiza que se trata de casos puntuales.
Pertenecer a una banda no equivale a ser un delincuente. "Pero si formas parte de una, tienes más posibilidades de meterte en líos", resume el mando policial. Por fortuna, subraya, estos grupos no han dado el paso hacia la delincuencia organizada. "Cometen delitos, pero no como actividad finalista, sino porque su idea de resolver conflictos es con la violencia. Y al hacerlo, entran de forma constante en la justicia penal".
Según Laura, las bandas usan parte del dinero -el que recaudan y el que roban- para comprar armas. La presencia de armas de fuego aún es minoritaria. Sí fabrican artefactos caseros, de un solo uso, que lanzan proyectiles. La policía está más preocupada por "la predisposición" que muestran las bandas "a usar el arma blanca".
Las maras, insiste Paradell, "reaccionan más en caliente" porque quieren "hacerse respetar". Esto vale, sobre todo, para los más jóvenes, que según Laura "son los más violentos y descontrolados". En algunos casos, los protagonistas de agresiones son chicos de 14 años e incluso menos.
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