La historia se repite

Recuerdo a mi abuelo contar, cuando yo era pequeña, su experiencia como emigrante en Alemania. Eran los años cincuenta y la precariedad en España era tal que una de las posibilidades que existían para poder mejorar económicamente era el mercado laboral alemán, puesto que en esa época la industria alemana no disponía de trabajadores para cubrir los puestos de trabajo necesarios para mantener el ritmo de producción. El equipaje de mi abuelo fue una maleta de cartón, sus manos y una necesidad imperiosa de sacar de la miseria a su familia. Contaba que el viaje duró casi dos días. Fue afortunado y con el tiempo pudo establecerse allí, mientras su mujer y sus hijos estaban en España.

Actualmente, Alemania vuelve a recurrir a esta solución para salir de la crisis, con más recursos y comodidades, eso sí. Yo he nacido aquí en España, he crecido y he cursado mis estudios universitarios, y ahora me veo en la necesidad de tener que emigrar para conseguir un puesto de trabajo más o menos digno. Y Alemania me lo ofrece. Seguramente allí no tendré las ventajas ni ayudas que tiene aquí la inmigración, pero tendré un trabajo y un salario que me permitan vivir, cosa que aquí es difícil conseguir. Dentro de un mes, volaré a Alemania, en un vuelo de bajo coste y con una buena maleta en la que llevaré mi titulo universitario, ilusión y esperanza de futuro.