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Reportaje:

China censura con manchas

Juan Aizpitarte investiga las prohibiciones de pintadas y grafitos en el gigante asiático - El artista quiere trasladar su proyecto a un libro

Mientras Occidente borra, China cubre lo que no quiere que aparezca en las paredes de sus calles. La censura se ejecuta con manchas grises, siempre del mismo tono, trazos sobre los grafitos en los que queda soterrada la esencia de las reivindicaciones sociales y artísticas en el gigante asiático.

El artista Juan Aizpitarte (San Sebastián, 1974) viajó el año pasado a Pekín con la idea de analizar la sociedad china a través de los mensajes y dibujos pintados en sus paredes. De esta forma nació The gray wall. un proyecto que germinó gracias a una beca del programa Goazen txinara¡ ("¡Vamos a China!"), en el que colabora el Gobierno, que permitió al artista donostiarra recorrer dos meses la capital china y fotografiar sus expresiones callejeras.

"Los chinos aún no están preparados para la autocrítica", opina el autor
Euskadi pasó de la "pintada política a la estética con gesto político", dice Aizpitarte

"El graffiti como fenómeno de la comunicación no oficial expresa todo aquello que no se debe decir, todo lo que está oculto o semioculto en una sociedad", explica de entrada Aizpitarte.

En China, la técnica para censurar resulta sutil. Los censores cubren con pintura gris, desde la gama clara hasta la más oscura, las pintadas de las paredes. "Resulta interesante ver dentro de este proyecto cómo la contracomunicación ejercida desde una forma de autoridad invisible utiliza la mancha de pintura y genera un paisaje pictórico expresivo involuntario y apócrifo a la vez", dice el autor.

Aizpitarte, un artista multidisciplinar que trabaja en parte de su obra con conceptos sociales como el rumor, los mitos o los prejuicios, destaca que un análisis semiótico permite diseccionar el juego de los censores hasta concretar, por ejemplo, su grado de ensañamiento con el mensaje que están tapando. A veces, incluso se logra saber lo que oculta la mancha. "Lo que he descubierto es que un expresionismo exagerado de censura se vuelve a convertir en un expresionismo de creación. La manera de tapar es casi un arte en sí mismo", apunta.

Formado en Bellas Artes entre Burdeos y Bilbao, Aizpitarte cree que las paredes desvelan la esencia de las sociedades. Cuando viaja se fija en la publicidad o en las pintadas. A su entender, en Euskadi, por ejemplo, hace unos años la pintada política superaba por mucho a la estética. "Hoy vivimos una transición donde se equipara al 50%: hay pintada estética con gesto político y graffitis politizados", incide.

La reacción de los chinos ante su proyecto fue sorprendente: "Tardaban mucho en comprender la idea. La sensación es que aún no están preparados para la autocrítica, aunque al mismo tiempo algo se les activaba".

Aizpitarte espera encontrar un editor para llevar su proyecto a un libro de imágenes. "Sería importante, sobre todo si el libro llega a los chinos, porque creo que es un signo de transformación", resume. "Serviría para trascender a otro nivel de conciencia en relación al espacio público, la comunicación, lo oculto y lo visible por parte del Estado y de los ciudadanos", concluye.

Juan Aizpitarte, ayer junto a los grafitos de las paredes del centro Arteleku, en San Sebastián.
Juan Aizpitarte, ayer junto a los grafitos de las paredes del centro Arteleku, en San Sebastián.JESÚS URIARTE

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