"Da igual de qué país sea el presidente del BCE"
Axel Weber, de 53 años, presidente del Bundesbank, habla de su súbita dimisión, de la retirada de su candidatura para el cargo de presidente del Banco Central Europeo (BCE) y de los rumores de que podría convertirse en el nuevo consejero delegado de Deutsche Bank. La entrevista tuvo lugar antes de que la canciller Angela Merkel anunciase, el pasado miércoles, que propondrá a su asesor económico Jens Weidmann para sustituir a Weber a partir del 1 de mayo.
Pregunta. Acaba de tener una semana bastante caótica. La canciller Angela Merkel está enfadada con usted, y en el extranjero le calumnian. ¿Cómo está?
Respuesta. Estoy bien, pero la verdad es que me ha sorprendido la rapidez con la que se han sucedido los acontecimientos.
"Sigo siendo contrario a la compra de bonos del Tesoro"
"He visto que esto iba a afectar de forma adversa a mi candidatura"
"Weidmann es un gran economista, profesional de los pies a la cabeza"
"No voy a participar en especulaciones sobre mi futuro"
"Hay que volver a distanciar a los bancos centrales de los Gobiernos"
"La economía alemana va sobre ruedas y los bancos se han estabilizado"
"El BCE tiene una clara postura antiinflacionista, y no va a cambiar"
"Se necesita gente que sea creíble y tenga una cultura de estabilidad"
P. ¿No era de esperar? Al fin y al cabo, usted quiere dejar de ser el presidente del Bundesbank y no quiere convertirse en presidente del Banco Central Europeo (BCE).
R. Vamos a ver estos asuntos por separado. En lo que respecta al Bundesbank, llevo siete años al timón de esta institución, después de haber asumido el cargo en un momento muy complicado. Durante mi mandato, el Bundesbank se ha reorientado y consolidado, y ha aportado su importancia y sus opiniones al sistema del euro. Desde mi perspectiva, eso significa misión cumplida. Por eso me planteé si quería presentarme a otro mandato de ocho años, y decidí que no. Resulta sorprendente que esa decisión tuviera tantas repercusiones. Muchos de mis homólogos europeos solo pueden estar un mandato, que a menudo es de menor duración, y no se puede alargar.
P. En realidad ha sido la segunda cuestión la que ha caldeado el ambiente. ¿Por qué no quiere ser presidente del BCE?
R. En el último año y medio se ha mencionado mi nombre en el debate en torno a este cargo. He adoptado posturas claras sobre algunas decisiones importantes en los últimos 12 meses...
P. Sobre todo en cuanto a la compra por parte del BCE de bonos del Tesoro emitidos por miembros de la eurozona con problemas, una política ante la que se muestra escéptico...
R. Y sigo defendiendo estas posiciones. Puede que no siempre hayan servido para mejorar mi aceptabilidad como individuo de cara a ciertos Gobiernos. Por esta razón, desde mayo del año pasado he visto claramente que esto iba a afectar de forma adversa a mi posible candidatura. Desde entonces he estado cada vez más convencido de que no quería presentarme como candidato a ese cargo tan importante.
P. Al parecer, esta información cogió totalmente por sorpresa al Gobierno alemán. Hasta entonces, usted era su candidato favorito...
R. Como es habitual en la junta de cualquier institución independiente, se lo notifiqué primero a mis compañeros. No cabe duda de que a ellos no les cogió totalmente por sorpresa, porque en octubre ya había declarado que defiendo unas posturas muy claras. Y si estas posturas claras tienen consecuencias para mis oportunidades profesionales, desde luego que lo acepto. Para mí era importante poder tomar una decisión independiente con respecto a lo que iba a hacer. Y era igual de importante para mí que el Gobierno alemán siguiera siendo independiente en sus negociaciones (con otros miembros de la Unión Europea) y que las cuestiones técnicas relacionadas con las estructuras europeas de rescate no estuvieran ligadas a cuestiones personales.
P. ¿Fue eso lo que le dijo usted a la canciller?
R. En enero le indiqué que no quería participar en ninguna solución integral, en el sentido de vincular cuestiones técnicas con decisiones personales [nota del editor: cabía esperar que Merkel tuviera que hacer concesiones en algunas cuestiones relacionadas con el euro para que nombraran a Weber, su candidato favorito, presidente del BCE]. También le dejé claro que era totalmente independiente en sus negociaciones y que no debía comprometerse a nada por mi causa. No estaba decidido que yo fuera a ser el candidato, solo había un acuerdo de que se volvería a tratar el tema en marzo. Y yo ya había tomado mi decisión en enero.
P. Algo que, al parecer, sorprendió e irritó a Merkel.
R. La conversación con mis compañeros se filtró como consecuencia de una indiscreción, lo cual lamento. Hablé por teléfono con la canciller el miércoles [9 de febrero]. Acordamos reunirnos el viernes para hablar del futuro y de una solución de transición para el Bundesbank. Por eso le prometí a la canciller que no haría ninguna declaración pública hasta entonces.
P. Ahora puede hablar con total libertad. ¿Por qué no le interesa el influyente cargo de presidente del BCE?
R. En primer lugar, el BCE es un bastión de estabilidad en Europa. La institución, que todavía es joven, lo dejó claro durante la última crisis. El presidente desempeña un papel especial en este sentido. No obstante, si su opinión en cuanto a cuestiones clave solo la comparte una minoría, esto afecta de forma negativa a la credibilidad del cargo.
P. Al parecer, usted se ha mostrado crítico no solo con la adquisición de bonos del Estado, sino con el rumbo de la política europea en general, incluida la del Gobierno alemán.
R. Eso no es cierto. En ese aspecto no estoy totalmente en desacuerdo. En mi opinión, es crucial que a la larga se cree un marco regulatorio para que la economía pueda desarrollarse libremente. Pero, a su vez, eso también significa que la importancia de los instrumentos para hacer ajustes a menudo se sobrestima.
P. Mientras usted sigue el antiguo camino del Bundesbank orientado hacia la estabilidad, ¿se ha desviado el Gobierno alemán de la senda de la virtud?
R. Ni mucho menos. En Europa siempre hay que hacer concesiones. Pero al hacerlo, también hay que saber cuáles son las barreras regulatorias. Europa compite a escala mundial con otras zonas económicas, y tiene que guiarse por esos competidores, que en ocasiones son más dinámicos, como China. Alcanzar un equilibrio dentro de Europa no puede ser lo único importante.
P. El pasado mayo usted no solo votó en contra de la adquisición de bonos del Estado, sino que además hizo pública su decisión. Al hacerlo ¿no se aseguró usted mismo un aislamiento cada vez mayor?
R. Hay actas de reuniones de la Reserva Federal de EE UU y del Banco de Inglaterra en las que han quedado registradas opiniones divergentes. Creo que eso es ejemplar. Yo ya les había dicho con antelación a mis compañeros que no se trataba de una decisión rutinaria, sino de un importante cambio de rumbo, y que no podía callar mi opinión respecto a una cuestión tan fundamental.
P. En el Consejo de Gobierno del BCE, ¿se sentía usted cada vez más como un halcón rodeado de palomas?
R. Su impresión con respecto a este tema es engañosa, porque la mayoría de las decisiones se tomaron de manera unánime. El BCE es un banco central con una clara postura antiinflacionista. Eso no va a cambiar, independientemente de quién esté implicado.
P. ¿No se corre el riesgo de que el BCE se aleje de su rumbo orientado hacia la estabilidad como consecuencia de su retirada?
R. El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, mis compañeros del Consejo del BCE y yo estamos de acuerdo en la mayoría de los asuntos.
P. Pero Trichet nunca ha dado precisamente la impresión de ser un halcón de la política monetaria.
R. ¡Entonces es que no lo conoce usted bien! Él moldea la opinión mayoritaria del Consejo, y hace un trabajo brillante. Todo el mundo se siente incluido e involucrado. El Consejo de Gobierno del BCE apoya con vehemencia una política monetaria orientada hacia la estabilidad, y no me cabe ninguna duda de que mi sucesor mantendrá la orientación hacia la estabilidad del BCE y del Bundesbank.
P. El hecho de que haya retirado su candidatura es motivo de humillación para la canciller Merkel en Europa. ¿Se ha debilitado la posición de Alemania en lo que se refiere a futuras decisiones relacionadas con el euro?
R. Yo no lo veo así. En última instancia da igual de qué país sea el presidente. Se necesita a gente que sea creíble, que represente una cultura de la estabilidad y que pueda transmitir esto a los ciudadanos europeos. Los bancos centrales y los Gobiernos han experimentado un acercamiento durante la crisis, y era algo necesario. Pero ahora hay que volver a crear más distancia.
P. ¿Es totalmente irrelevante que el nuevo presidente sea del sur o del norte de Europa?
R. No se trata de enviar a representantes de los intereses nacionales a un organismo europeo. El Consejo de Gobierno del BCE es un organismo europeo formado por ciudadanos europeos de distintos países.
P. ¿Qué va a pasar ahora en el Bundesbank?
R. Hemos hecho muy bien los deberes. La economía alemana va sobre ruedas y los bancos se han estabilizado en gran parte. Ahora hay que traer a gente más joven. El Consejo de Administración del Bundesbank casi siempre ha estado formado por gente que rondaba la edad de jubilación. No creo que esta sea una política orientada hacia el futuro.
P. El asesor económico de Merkel, Jens Weidmann, está considerado como uno de los favoritos para sucederle a usted [el pasado miércoles se confirmó que será su sustituto]. ¿Podrá establecer la distancia necesaria con el Gobierno?
R. La elección de un sucesor es una decisión del Gobierno alemán en la que no me quiero inmiscuir. Necesitamos un signo de rejuvenecimiento. En demasiadas ocasiones los políticos han pensado que el Bundesbank era una institución en la que los puestos se podían adjudicar basándose en las fuerzas relativas de los distintos partidos políticos. En el Bundesbank necesitamos a miembros del Consejo que puedan aportar sus conocimientos a organismos internacionales.
P. ¿Es eso válido en el caso de Jens Weidmann?
R. Weidmann es un economista excelente. He trabajado con él en el Consejo Alemán de Expertos Económicos (que asesora al Gobierno en materia de economía) y en el Bundesbank. A pesar de lo joven que es, no cabe duda de que ha acumulado mucha experiencia y es un profesional de los pies a la cabeza. La acusación de que está demasiado próximo a la política es infundada. Y aunque parezca frívolo, el Bundesbank únicamente se lo prestó al Gobierno alemán. Desempeñaría bien sus funciones en cualquier cargo, desde el primer día.
P. Ha habido muchas especulaciones sobre lo que tiene usted pensado hacer después de dejar el Bundesbank. ¿Cuáles son sus planes?
R. No voy a hablar de lo que tengo pensado hacer después de mi mandato. Si al final voy a una institución financiera, mis compañeros del Consejo de Administración del Bundesbank decidirán cuánto tiempo tendrá que pasar desde mi marcha. Lo normal es medio año. No obstante, lo más seguro es que no empiece en otro trabajo hasta 2012.
P. Como presidente del Bundesbank, posee información de primera mano sobre bancos del sector privado. Algunos observadores han comentado que habrá un conflicto de intereses si acepta un trabajo con un banco comercial. ¿No siente usted ningún recelo moral fundamental respecto a aceptar un puesto de directivo en el sector privado?
R. Permítame que lo vuelva a repetir: todavía me falta mucho para decidir qué voy a hacer ahora en el plano profesional. Hay normas muy claras, sobre todo para los trabajadores de los bancos centrales, que regulan los posibles conflictos de intereses.
P. Se rumorea que va a suceder a Josef Ackermann como consejero delegado del Deustche Bank. ¿Hay algo de verdad en ese rumor?
R. No voy a participar en ningún tipo de especulación. -
© Der Spiegel. Distribuida por The New York Times Syndicate. Traducción del inglés de News Clips.
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