Burla
El Gran Wyoming y Beatriz Montañés llevaron a El Intermedio (La Sexta) las afirmaciones de Juan Cotino, uno de los tres vicepresidentes de Camps y ex director general de la policía del Gobierno de Aznar. El Gobierno de Zapatero le pagó a ETA en el Faisán supuestamente para sufragar el atentado de la T-4. Qué barbaridad, debieron decir los ciudadanos. Y qué barbaridad dijo Wyoming. Y se preguntó: ¿Dio los datos, explicó en qué basa esa suposición? Montañés le dijo que no, Cotino no había sustanciado su arriesgada suposición con datos. Y hasta cinco veces Wyoming le dijo que no se lo creía. Cómo un señor tan responsable resulta tan irresponsable.
Claro, a Wyoming no le va a responder Cotino, pero respondió a los periodistas que le expresaron la misma perplejidad: "¿Está usted seguro, de dónde saca tamaña barbaridad?". Y el político volvió a resumir la base de su afirmación tan arriesgada: tiene un pálpito. Da igual, estamos en el mundo del pálpito, en el que vale exactamente todo. Él tiene un pálpito y esparce la mierda; que sean los otros los que la limpien, a él que le registren. Esto del Faisán, con vídeos supuestos incluidos, da para muchos pálpitos y para otras burlas, como aquella que protagonizó anteayer la portada de El Mundo: una fotografía trucada en la que un presunto bar Faisán, colocado al lado del Ministerio del Interior en Madrid, hace un guiño que establece (de broma, añade el periódico) un editorial gráfico. ¿Que no pudimos ver a Camacho allí donde tengo el ojo? Pues coloquemos el bar al lado de su oficina. Qué burla.
No son informaciones, son pálpitos. Burla para dañar. Caen como la gota malaya que tan bien describe el compañero Izquierdo en su blog catavenenos. Y son parte indocumentada de la conversación nacional. ¿Faisán? Para pagar la T-4. Wyoming tiene razón: ¡Cotino no puede no haber dado los datos! Pues no los dio, qué más da; de no darlos se trata. Burla es la palabra que describiría muchas de las cosas que uno escucha o ve. Con B, como decía Ruiz-Mateos cuando insultaba a Boyer. Ahora insulta a la Banca, con B, también, a la que culpa de su actual desastre. Ahí lo ven, sin embargo, haciendo la V de Victoria. Este hombre lleva ahora la burla en los dedos, hasta cuando habla de suicidarse (si se lo permite su religión) en el caso de que no pague hasta el último céntimo.
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