Riqueza infinita
Estudio de Troitzky
Novoye Vremiá, 1.897
La posición del diagrama es muy apropiada para ilustrar la inmensa riqueza del ajedrez, no sólo en cuanto al número de partidas distintas que pueden jugarse (un uno seguido de 123 ceros, superior al de átomos en el universo conocido, prácticamente infinito para la mente humana), sino a las apasionantes conexiones del deporte mental por excelencia con diversas ramas del arte y la ciencia, así como su enorme utilidad social, para niños y adultos de cualquier edad. Volviendo a esta maravilla de Troitzky, es probable que, tras el primer minuto de análisis, el lector llegue a la conclusión, tan lógica como falsa, de que el enunciado es erróneo y son las negras quienes ganan, a pesar de su gran desventaja de material, por las amenazas g2 y Tb1+, así como su masa de peones avanzados, que además protege al monarca. Sin embargo, es precisamente esa coraza del rey negro la que sirve de base para la bellísima y sorprendente victoria blanca, por contradictorio que parezca: 1 Ac6! (entre dos males, hay que elegir el menor: evitar g2 era lo realmente imprescindible, como se aprecia en estas variantes: 1 Rd2 g2 2 De1 Td4+ 3 Rc3 g1=D 4 Dh4+ Rg2 5 Ac6+ Rf1 6 Ab5+ Rg2 7 Ac6+, tablas; 1 Cf4+ Txf4 2 Ac6 Tf2 3 Ag2+ Txg2 4 Df1 Ag1 5 Dxf5 Tf2 6 Dh7+ Rg2 7 De4+ Tf3 8 Re2 Af2, y las blancas sólo podrán empatar a duras penas) 1 ..Tb1+ 2 Re2 Txh1 (¿cómo es posible que en esta posición ganen las blancas?, seguirá preguntándose el lector; atención, porque lo siguiente no es apto para cardiacos...) 3 Ag2+!! Rxg2 4 Cf4+ Rg1 5 Re1!! g2 6 Ce2 mate. Correspondencia: ajedrez@elpais.es
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