El corredor mediterráneo
Después de años en que las políticas de infraestructuras ferroviarias de los Gobiernos españoles, tanto socialistas como populares, se encaminaran a priorizar la mejora y consolidación de la red viaria radial de la península Ibérica, sobre todo la destinada al transporte de personas (AVE) olvidando el de mercancías, parece que nuestros políticos, y los empresarios, tanto estatales como autonómicos han asumido la necesidad de impulsar la construcción de un eje, el corredor mediterráneo, que partiendo desde Algeciras discurra por la fachada mediterránea, se adentre en el corazón de Europa y una los puertos del mar del Norte con los del Mediterráneo occidental.
A tal fin, la pasada semana se presentó en Bruselas un manifiesto elaborado por Ferrmed, un lobby privado compuesto por 140 miembros de toda Europa, en el que se urgía a Bruselas para que la UE declare prioritaria la construcción del corredor mediterráneo y lo incluya entre sus presupuestos de 2011. El documento de Ferrmed recibió el respaldo del Gobierno central como de los autonómicos de la fachada mediterránea, que escenificaron su apoyo desplazando a Bruselas una nutrida representación de sus dirigentes de los distintos credos políticos, que en esta ocasión cerraron filas en torno al citado proyecto.
En realidad la construcción de un eje ferroviario que facilitara el transporte de mercancías hasta los mercados europeos es una vieja aspiración de los exportadores de naranja valencianos que se remonta a los años veinte del pasado siglo, años en que la exportación de naranja, vinculada desde sus orígenes al transporte marítimo, comenzó a utilizar cada vez más el ferrocarril, hasta el punto que los envíos por vía terrestre, que en 1920 suponían el 6% del total, pasaron al 33% en 1931 (la exportación por tren a Francia en esa fecha ya abarcaba el 70% de los envíos al país vecino).
Los comerciantes valencianos eran conscientes de las ventajas que ofrecía el ferrocarril para situar la naranja en los mercados centroeuropeos, para lo cual debían afrontar una serie de problemas, el más importante de los cuales era la diferente anchura de las vías, lo que obligaba al transbordo de mercancías en la frontera, y para abordarlos en septiembre de 1924 crearon la Federación de Exportadores de Naranja (FEN), una de cuyas primeras reivindicaciones fue la construcción de un tercer carril de ancho europeo que no solo evitase los transbordos sino que además permitiera la entrada de material móvil extranjero, vagones y locomotoras, elementos claramente deficitarios en el parque ferroviario español.
Como es sabido el tercer carril no se construyó nunca, si bien la FEN cosechó notables éxitos en la ordenación del transporte, reducción de tarifas, etc., y su falta solo se solucionó en parte con los vagones de ejes intercambiables, el primero de los cuales lo cargó en 1930 en Carcaixent Norberto Ferrer, presidente-fundador de la FEN. Ahora solo cabe esperar que el corredor mediterráneo, versión actual y más ambiciosa del tercer carril, se convierta en una realidad que vertebre y sirva de nexo de unión de los distintos territorios que atravesará.
Vicent Abad es director del Museu de la Taronja
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