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Elecciones locales y forales

El 'efecto Vitoria' toma cuerpo

El PP esboza las líneas maestras de su programa, al día siguiente del estreno del 'jetzale' Urtaran - El PSE sabe que su resultado en la capital será decisivo

En Vitoria, en apenas un triángulo de 100 metros, PSE-EE y PP son capaces una misma mañana de plantar cara juntos al nacionalismo (Parlamento vasco) para sostener al Gobierno del cambio y, a su vez, desangrarse políticamente entre sí (Ayuntamiento). Y a la misma distancia, el PNV asiste complacido en Diputación al apoyo socialista para alcanzar en minoría el final de la legislatura. Álava, amenazada por convulsos casos de corrupción y de espionaje, atenazada para decidir sobre el futuro de su principal caja de ahorros, con una capital política de Euskadi aún no reconocida tres décadas después, aguarda una electrizante batalla electoral, sabedora de que sus resultados, incluso, pueden poner a prueba la solidez del propio pacto López-Basagoiti.

Maroto fija en la creación de empleo el eje básico de su programa electoral

De momento, los partidos empiezan a mover sus piezas. En realidad, algunos ya lo han hecho hace meses aprovechando el estallido de los casos De Miguel y Tellería para meter el agua en casa del PNV, el principal afectado por ambos procesos judiciales de reconocida trascendencia mediática, y que a buen seguro se dejarán sentir durante la intensa campaña que asoma. Los jeltzales, además, tratan ahora de sacudirse de la polémica que les acompaña por haber contribuido a que la fusión fría BBK-Vital pase a mejor vida en beneficio de un planteamiento que agrupe a las tres entidades. De hecho, los efectos mediáticos de la intervención de Iñaki Gerenabarrena en el entorno del consejo de administración de Vital para cumplir los deseos de Joseba Egibar con Kutxa solaparon la presentación de Gorka Urtaran Aguirre como su candidato a la alcaldía de Vitoria.

Al presentar a Urtaran en sociedad, el PNV consiguió una imagen de unidad que le permitió borrar la amargura contenida durante las semanas de inestabilidad que se sucedieron para la búsqueda de un candidato municipal de consenso. Siquiera por un día, José Ángel Cuerda, Joseba Azkarraga o María Jesús Aguirre, entre otros, retrataron la nostalgia de aquel esplendor jeltzale en Álava.

Con Urtaran como cabeza de lista y muestra de la savia nueva, Gerenabarrena quiere mitigar en lo posible la convulsión interna originada por el rosario de detenciones de afiliados y dirigentes del partido por supuestas corrupciones. En el empeño aspira a un resultado que sustente, al menos, la actual cuota de representación.

El PP, en cambio, es mucho más ambicioso y se cree en condiciones de recuperar el poder. Así lo expuso ayer su candidato a alcalde de Vitoria, Javier Maroto, en la primera de las innumerables comparecencias informativas que le esperan hasta la víspera del 22-M. Lo hizo para asegurar, sobre todo, que el empleo va a ser el "eje prioritario" de su ideario, denominado Masterplan y donde recoge cómo atender "las verdaderas prioridades de los ciudadanos".

Maroto es el martillo implacable que golpea las deficiencias que advierte en el alcalde socialista, Patxi Lazcoz. El ahora portavoz popular no desiste en su constante empeño, aunque los asesores más próximos ya le han indicado que rebaje la intensidad de sus andanadas para evitar una imagen "excesivamente agresiva" a la que acostumbra con relativa facilidad en sus comparecencias. En sus cálculos, el PP cree que está en condiciones de complicar la reelección de Lazcoz y de ahí que haya diseñado un plan de choque "con proyecto propio", a modo de alternativa que genere ilusión, porque podemos tener una Vitoria mejor y porque el cambio es necesario", señaló Maroto en su acto de ayer.

Los socialistas saben que el PP es una seria amenaza para la continuidad de Lazcoz en la alcaldía. Txarli Prieto ya se lo hizo saber en su día al equipo de gobierno municipal y la reacción fue inmediata. Además, impulsos como la capitalidad verde europea o el soterramiento aparecen como réditos propicios para el equipo socialista en la recta final del mandato, capaces de mitigar los reproches del Auditorio o el Parque de Arriaga. Los socialistas asumen que el caladero de votos en Vitoria es decisivo para que el objetivo de alcanzar la Diputación no necesite del pacto con el PP.

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