Mas
¡Que viene Mas! Zapatero recibe hoy en la Moncloa al presidente de la Generalitat, Artur Mas. Primer encuentro oficial tras el triunfo del político de CiU ante el socialista José Montilla. Y no se trata de una cita protocolaria. Los nacionalistas se han encargado de crear previamente el clima para cargar de expectación esta reunión. Denunciaron nada más llegar el estado ruinoso en el que dejó el tripartito las cuentas, hasta el punto de asegurar que no pueden cumplir el compromiso adquirido en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) de contener el déficit público, que limita el nivel de endeudamiento de las autonomías.
La maestría con la que se han desenvuelto desde entonces ha sido de libro. Describieron una situación catastrófica hasta el punto de afirmar que ni siquiera había dinero para pagar las nóminas de sus funcionarios. Una alarmante denuncia que más tarde matizaron, pero que contribuyó eficazmente a afianzar un estado de opinión: es necesario hacer una excepción con Cataluña y permitir que se endeude por encima de lo establecido.
Para colmo, desempolvan una especie de deuda histórica con la reclamación de mil millones de euros que, supuestamente, el Gobierno central debe abonarles conforme al nuevo sistema de financiación autonómica. Si a eso se añaden los consabidos argumentos de la creciente desafección de los catalanes hacia España, de los signos de agotamiento de la considerada locomotora del país y el afán rupturista del actual modelo autonómico, basado en un "café para todos", se obtiene el cuadro necesario para ablandar las posiciones más duras que puedan existir en Madrid.
Una estrategia que, si no hay sorpresas, dará sus frutos. Y es que ya ha trascendido que integrantes de los equipos de Zapatero y Mas han preparado un posible acuerdo que sería refrendado en esta jornada. De hecho, el jefe del Ejecutivo advertía que la decisión de permitir a Cataluña aumentar su deuda no era una cuestión política, sino que se basará en los fundamentos económicos y financieros y en los compromisos de reducción de déficit que admitirá Cataluña.
Pues bien, si se trata de no tomar decisiones en base a arbitrariedades sino a números objetivos, no debería haber razones para que también se acceda a que Andalucía incremente su nivel de endeudamiento, máxime si se tiene en cuenta que aquí se cumple de sobra con los requisitos, algo que no se puede decir, precisamente, de Cataluña. Una vez más, se deberá estar atento a lo que consigan los catalanes. Aunque les pese, podrían abrir un portillo por el que se cuelen otras autonomías.
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