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Altea frena una obra que ponía en riesgo el paraje del Portell d'Olla

Vecinos y políticos se unen para preservar un entorno singular de su costa

Hay veces en las que la unidad vecinal y política para un fin común consigue sus objetivos. Los vecinos y la unanimidad de las fuerzas políticas de la localidad de Altea (Marina Alta) han conseguido frenar unas obras en el Portet de l'Olla que iban a poner en peligro el uso lúdico de la cala del Soio y el único afloramiento volcánico de la costa valenciana.

La empresa Vincelem 2006, concesionaria de la explotación de este pequeño puerto al norte del casco urbano de la ciudad, de apenas 40 amarres para embarcaciones de hasta 6,5 metros, contaba con la autorización de la consejería de Infraestructuras y de la Subdirección General de Costas del Ministerio de Medio Marino para cambiar la orientación del espigón que marca el acceso de los barcos. Esta obra, en la práctica, los obligaba a tomar el frontal de la playa para maniobrar.

La empresa empezó los trabajos sin la licencia municipal de obras
La zona acoge el único afloramiento volcánico de la costa valenciana

Sin embargo, el aval del Consell por resolución del pasado 27 de octubre estaba condicionado a "obtener los permisos, licencias y autorizaciones legalmente procedentes". Así consta en un documento que "no llegó desde la consejería por registro de entrada al Ayuntamiento hasta el viernes, es decir, tres meses después de ser expedido y tras los incidentes", asegura el concejal de Medio Ambiente, Santiago Ronda.

Sin solicitar licencia de obras, es decir, sin que el consistorio tuviera conocimiento, y entrando maquinaria sin permiso por un camino que no permite transitar a vehículos de más de 3,5 toneladas, el concesionario comenzó a remover el espigón el pasado miércoles. Los vecinos, que se oponen a los cambios y estaban vigilando el enclave, avisaron a algunos concejales, que en ese momento celebraban un pleno.

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Los ediles de la corporación respondieron a la llamada de los vecinos con la aprobación de una moción por urgencia votada por unanimidad para oponerse a las obras. El acuerdo plenario lo completó el alcalde, Andrés Ripoll, del PSPV, con la firma de un decreto ordenando la paralización de los trabajos.

Mientras esperaban la llegada de los políticos locales, algunos vecinos se subieron a la máquina excavadora y tuvo que intervenir la Policía Local y la Guardia Civil para evitar incidentes y proceder a la notificación del decreto a los responsables de la empresa. La orden amenazaba con multas coercitivas en caso de incumplimiento y exigía la retirada del vallado perimetral y la maquinaria. La concejal de Urbanismo, Verónica López, fue más allá y amenazó con "la detención por delito o una falta de desobediencia a la autoridad" si no acataba la orden y retomaban las obras.

La mercantil Vincelem 2006, SL obtuvo la adjudicación para explotar el puerto ese mismo año, pero en diciembre de 2007 ya había solicitado el cambio de emplazamiento de la bocana alegando las pérdidas económicas causados por los vientos y temporales de Levante, que dañan las embarcaciones. En mayo de 2008 el consistorio de Altea informó desfavorablemente porque un nuevo muro podría aparejar el cambio de las corrientes marinas y afectar a la pradera de Posidonia y la colonia de moluscos vermétidos de las rocas en ese tramo de costa.

Además, este paraje y casi un kilómetro de la zona costera del Racó de l'Olla forman parte del Corredor Verde de Altea, que paradójicamente financia a través del Plan Confianza la misma consejería que autorizó las obras en el recinto portuario. Desde mayo de 2010 existe un informe favorable de la Dirección Provincial de Costas para declarar la zona paraje natural municipal.

Santiago Ronda confirma que quieren "preservar la zona como está por su valor patrimonial y ambiental". El concejal se refiere de esta forma a que la cala del Soio es "una playa fósil con vestigios volcánicos de 225 millones de años y en la Comunidad Valenciana solo hay otra zona marina igual en las islas Columbretes, además del de Cofrentes".

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