_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Reformas

La última reforma acordada sobre el sistema de pensiones en España, al igual que la que se produjo anteriormente en el mercado de trabajo, o la que afectará a las cajas de ahorro en los próximos meses, tienen una gran importancia para el presente y futuro económico de este país. Eso nadie lo duda. Pero causa asombro observar con qué desvergüenza determinados voceros políticos y mediáticos del principal partido de la oposición se pasan el día denunciando la lentitud, cuando no la incompetencia, que ha mostrado el Gobierno en acometer dichas reformas, olvidándose, los muy ladinos, que puesto que todas ellas tienen carácter estructural, son, por definición, tan necesarias ahora, como lo eran en el año 2000 cuando ellos gobernaban.

Si fueran sinceros (que no lo son) debieran aceptar que en el terreno económico ellos se limitaron a hacer exactamente lo mismo que aquellos que les sucedieron en las tareas de gobierno; o sea, dejarse llevar en volandas por la intensa onda expansiva provocada por la exuberante expansión de la oferta inmobiliaria y en el recurso al crédito sin fin. Ni los últimos Gobiernos de Aznar ni los primeros de Zapatero tuvieron el más mínimo interés en mirar debajo de las alfombras para saber si los cimientos sobre los que se sustentaba el artificioso decorado de la economía española se encontraba, o no, aquejado de aluminosis aguda.

Mientras tanto, ahora lo sabemos, aquí todo el mundo tiraba con pólvora de rey, empezando por bancos y cajas de ahorro empeñados como estaban en otorgar créditos al por mayor sin observar los mínimos criterios de prudencia que el negocio financiero exigía; y siguiendo por el lamentable comportamiento de muchas comunidades autónomas e infinidad de Ayuntamientos embarcados en proyectos cada vez más innecesarios y más imposibles de mantener. Por no mencionar a esos entes tan costosos como prescindibles que son las Diputaciones provinciales que tanto juego dan a los partidos para recolocar el excedente sobrante de las listas electorales.

¡Claro que existe retraso en las reformas estructurales!; pero éste no es ni mucho menos responsabilidad exclusiva de Zapatero, aunque ahora todos necesitemos señalar un culpable para lavar nuestra mala conciencia. El tan mentado retraso abarca un largo periodo de tiempo que va más allá de una década, señalando también, para su desgracia y la nuestra, a los sucesivos gobiernos del PP. O sea, que no me vengan ahora con urgencias quienes en su momento actuaron de manera, al menos, igual de negligente.

Y por último, un aviso para evitar que dentro de unos años no nos vuelva a pasar lo mismo. La alta tasa de desempleo, como la viabilidad futura de las pensiones, no se solucionará únicamente mejorando la eficiencia del mercado de trabajo o alargando la edad de jubilación, sino, fundamentalmente, creando más empresas, aumentando el valor añadido de éstas y extendiendo la base productiva hacia nuevos sectores y actividades. O sea, que las reformas estructurales que de verdad pueden cambiar el curso de los acontecimientos, me temo, aún estar por llegar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_