Cacao blanco, 'bwana'
¿Qué cuenta este espectáculo? ¿A quién va dirigido? Jean Genet escribió Los negros por encargo del director Raymond Rouleau, a quien se lo había pedido a su vez un actor negro. Corría 1955, la guerra de Argelia ya había asomado el hocico y África estaba en plena descolonización. A Genet le encantó la idea de componer una obra "no tanto para los negros como contra los blancos". Su punto de partida fue una cajita de música donde cuatro subsaharianos en librea se inclinaban ante una princesa de porcelana blanca. Les Maîtres Fous, documental reciente de Jean Rouch en el que unos ghaneses disfrazados de blancos celebran una ceremonia de trance, le inspiró la clave dramática del espectáculo.
LOS NEGROS
Autor: Jean Genet. Adaptación: Juan Caño. Intérpretes: Boré Buika, D'Noé, Elton Prince, Mansueto Manel, Jennifer Rope, Marilyn Torres... Escenografía: Andrea D'Odorico. Dirección: Miguel Narros. Teatros del Canal. Del 26 de enero al 6 de febrero.
Para darle empaque ritual a la puesta en escena, Rouleau le pasó la batuta a Roger Blin, cofrade de Artaud y de su teatro de la crueldad, que durante seis meses de ensayos tempestuosos hizo aflorar de lo hondo de cada intérprete un dolor y un resentimiento a la altura del odio contra la dominación blanca que la pieza emana. Genet quedó encantado. El éxito del montaje francés fue desbordado por el del neoyorquino (batió el record de permanencia en el off Broadway): los negros habían empezado a frecuentar los teatros de los blancos hacía apenas un par de años y hacía cuatro que el presidente Eisenhower hubo de enviar al ejército a Little Rock para acabar con la segregación racial en las escuelas.
Mucho ha llovido. Directores como Peter Brook, a quien tanta aversión tenía Genet desde que montó El balcón, nos han acostumbrado a ver elencos enteramente de origen africano contando historias escritas por autores autóctonos y la inmigración ha nutrido de actores negros nuestros escenarios. El montaje de Los negros que se estrena ahora en Madrid carece de pulso ritual y de intención que justifiquen el esfuerzo: tiene algunos buenos intérpretes, pero llevados por la dirección a un volumen de voz sostenido excesivo durante una actuación poco matizada en la que la presencia de máscaras estáticas o movidas sin virtuosismo es un lastre difícil de sobrellevar. En el estreno, buena parte del público se aburrió con blanca flema.
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