Federer, el bailarín
El suizo tiene un juego de pies único que le permite estar bien colocado con poco esfuerzo
Bajo el resplandeciente sol de Melbourne, limpio de nubes el cielo, Roger Federer transpira fallos y lamentos. "He sudado balas", resume el tenista suizo, vencedor (6-3, 3-6, 6-3 y 6-2) en su duelo contra Tommy Robredo en los octavos de final del Abierto de Australia. "He tenido un cuadro engañoso, difícil, con jugadores muy experimentados", continúa el número dos mundial, que igualó el récord de 27 cuartos seguidos en los torneos grandes del estadounidense Jimmy Connors. "Estoy feliz de seguir vivo", cierra, y se marcha tras ver la pista copada por las caras pintadas de sus seguidores, con cruces blancas sobre fondos rojos, e indignado por la mención del rosario de 40 errores no forzados que precede a su victoria: "¡A quién le importa! Dos deslices estúpidos me costaron un set". Cuando no todo sale bien, concluyen los técnicos, a Federer le rescatan los pies.
Otros tenistas, como Nadal, fuerzan su posición; Roger es "el epítome del ritmo"
"Es lo mejor que tiene..., casi", argumenta Toni Nadal, tío y entrenador del número uno, Rafa Nadal; "es increíble. Hace años que se lo digo a Rafael: siempre está bien colocado, tiene una capacidad coordinativa impresionante y lo hace en un santiamén".
Entre el bailarín del Bolshoi que es Federer y el diabólico esprínter que es Nadal hay tantas diferencias como entre desfilar sobre una pasarela y correr a velocidades supersónicas sobre tartán. Un ejemplo. Hay tenistas que recuperan dejadas imposibles. ¿Es eso lo mismo que lo que hace Federer? "No", contesta el entrenador español; "eso lo hacen Gael Monfils, Rafael..., mucha gente. Llegan". "El juego de pies", continúa, "es el equilibrio del cuerpo, que la posición de Federer siempre o casi siempre sea la idónea para pegar a la pelota", añade. "Rafael, en cambio, golpea muchas veces en una postura muy extraña, medio cayéndose. Lo que pasa es que tiene habilidad para aguantarla. Es lo diferente. Federer casi siempre está bien colocado con poco esfuerzo, que es lo más importante. Mientras otros se colocan y les ves que se tienen que esforzar para ello, él lo hace muy fácilmente, sin mucha cosa. Eso, al final, es determinante porque en un partido largo le permite economizar el esfuerzo y en bolas difíciles, de velocidad alta, hace que el tenis se vuelva muy fácil".
"El nivel de juego de pies de Federer es exquisito", coincide Machar Reid, el jefe del departamento de Ciencia Deportiva de la federación australiana. "Su capacidad para moverse y ponerse en posición hacia todas las direcciones y rápidamente, manteniendo al tiempo el equilibrio y ejecutando tiros a alta velocidad, es suprema y contribuye masivamente a su éxito", prosigue; "es capaz de generar altas velocidades con mucha consistencia y un esfuerzo mínimo. Es el epítome de lo que los entrenadores llaman ritmo. Su derecha y su saque son el mejor ejemplo de la coordinación óptima de todos los músculos del cuerpo. Solo se explica con una combinación de factores genéticos, práctica y excelencia del aparato visual-motor".
En el origen de los bailes de Federer está, aunque no lo parezca, la misma filosofía, la misma cultura, que amamanta a los tenistas españoles. "Ellos juegan así por la forma como crecen golpeando la pelota", explica el suizo en Melbourne; "al crecer entrenándose sobre tierra, la bola les llega lenta y pueden acelerar a través de ella. Los estadounidenses y los australianos están acostumbrados a las pistas rápidas, en las que la pelota viene hacia ti. No están habituados a lanzarse contra la pelota, a buscarla. Yo también crecí en tierra. El trabajo de pies me ayuda a lo grande".
Todo eso que hace Federer, su habilidad para llegar a la pelota con pequeños pasos, su facilidad para rodearla y dejar el cuerpo en la posición perfecta, es diseccionado por entrenadores, competidores y biomecánicos. Tienen la esperanza de que la perfección tenga copia. "Sí, eso se puede trabajar", ironiza Toni Nadal con una sonrisa; "igual que se puede enseñar a un niño a jugar como Messi... Mejor que le expliques otra cosa".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.