Baile de geometría variable en el cierre de Milán
Prada se desmarca del resto en la clausura de la pasarela masculina
Con las luces navideñas en plan faro antiniebla, en Milán terminaron ayer las presentaciones de moda masculina para el próximo invierno. El desfile de Prada se desmarcó, como es habitual, del resto. La silueta de Miuccia Prada juega con chaquetas sueltas y cuadradas, de hombros caídos, que en algún caso -en especial, el de los abrigos rectos- rozan el oversize, mientras que los pantalones se presentan con aire de despreocupada relajación.
La geometría fue el tema del desfile, tanto en los patrones como en los detalles, que dibujan piezas en contraste de color que recuerdan a los uniformes de Star Trek. Los tonos de la colección tienen una base de oscuro en negro, berenjena, marrón carmelita, azul azafata o verde petróleo, aderezada por matices claros de azul, verde hoja, ocre y caldero, gris claro y hasta un blanco invernal, usado para algunas prendas de abrigo. Los materiales -también en esto Prada va por libre- son ligeros, con poco volumen, aunque con cuerpo, como corresponde a los tejidos técnicos tan propios de la marca. Los polos usan el lamé liso o en dibujos de jacquard, o un punto brillante y también técnico para crear conjuntos deportivos que parecen aquellos pijamas de los setenta, los esquijamas.
El sombrero es un accesorio que promete importar el próximo otoño
Missoni se fue por lo rústico y presentó una colección a base de neutros y tonos naturales. El punto es la especialidad de la casa y con esta materia jugó a las capas: prendas finas como cisnes o camisetas eran la base de siluetas con volumen pero ajustadas que se cubrían con chaquetas de ochos, chaquetones de punto roma, y americanas o cazadoras, también de malla. Los dibujos se reducen a la mínima expresión. En la cabeza, un sombrero de ala desmayada. Un accesorio que el próximo otoño parece que va a importar.
En un suntuoso showroom, Tom Ford ejercía de anfitrión entre espesos ramos de orquídeas. Su colección pone a Cary Grant en abrigo de cachemir camel con cuello de piel y recrea la elegancia de los grandes del cine y hasta de la literatura, porque el Gran Gatsby también estaba invitado. Todo lo opuesto resultó Marc Jacobs, que en un espacio industrial, presentó una colección de básicos urbanos de estilo deportivo, pero en materias refinadas. Así se entiende la existencia de una sudadera hecha de cachemir y seda.
También circula por las inspiraciones estos días en Milán el hombre romántico, que se concreta en una imagen: la del abrigo ruso, entallado, con cuello de piel y corte militar. Se vio en Alexander McQueen, en Etro y Versace. Y en Gucci, donde la diseñadora Frida Giannini repasó la herencia de la casa. Su silueta es ajustada, inspirada en los setenta, con pantalones levemente acampanados. Usó las pieles de forma llamativa en abrigos de zorro gris o de cordero afgano con los que los modelos parecían estrellas de rock & roll, como Keith Richards cuando vestía la ropa de su chica Anita Van Pallandt. En plan más comedido, propuso parkas de ante, cazadoras de borrego, o americanas de cocodrilo en una superposición de tonos empolvados y un despliegue de lujosa armonía que remataban los proporcionados mocasines y bolsas. Con esta colección Gucci inicia los fastos de su noventa aniversario, que se cumplen este año.
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