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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otro Sudán

Los sondeos confirman que un nuevo país ha surgido en África tras celebrarse un referéndum

Si se cumplen los pronósticos, esta semana habrá surgido un nuevo Estado africano, Sudán del Sur. Los acuerdos de paz suscritos entre las dos mitades del país en 2005 preveían la celebración del referéndum que tuvo lugar la pasada semana. Según todos los sondeos, habría triunfado la opción secesionista, aunque los resultados no se conocerán hasta el 14 de febrero. Además de razones históricas y diferencias étnicas y religiosas, en el nacimiento de Sudán del Sur habrán pesado, además, causas inmediatas: la Corte Penal Internacional ha abierto una investigación contra el presidente Omar el Bashir por la matanza de Darfur, en el oeste del país. La defensa sectaria del norte musulmán, radicalizada por el Gobierno de El Bashir, ha desarticulado unas fronteras que, como la mayor parte de las africanas, se establecieron sin atender a las realidades que reunían o separaban.

De confirmarse la independencia, Sudán del Sur se convertirá desde el primer momento en escenario de la pugna entre China y Estados Unidos por el control de los recursos africanos. Desde hace dos décadas, y de forma tan constante como discreta, la diplomacia de Pekín ha ido incrementando su presencia en un continente que el resto del mundo consideraba económica y políticamente desahuciado, y al que solo se prestaba atención desde el punto de vista humanitario. Y aunque partía con retraso, Estados Unidos empezó a transmitir señales de que deseaba una mayor implicación en los asuntos africanos desde la presidencia de Bill Clinton. Con Obama, las señales se han concretado en una estrategia de mayor calado, tanto por el interés de África en términos económicos y políticos, como por su creciente importancia en la disputa por la hegemonía mundial.

El nacimiento de Sudán del Sur no dejará de tener efectos sobre el entorno africano, donde se han venido multiplicando desde los años noventa del pasado siglo los conflictos en el interior de fronteras muchas veces arbitrarias. Si algo puede detener los impulsos para reproducir el modelo es el enorme precio que han tenido que pagar los sudaneses, los del norte y los del sur, para llegar a un arreglo como el referéndum que concluyó el sábado. Nadie parece temer que el resultado, sea el que sea, propicie un retorno a la violencia. Tras dos décadas de guerra, el miedo y el cansancio han cosechado más adeptos que los programas políticos apoyados por las armas.

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