La UE ignora los micrófonos descubiertos en el Consejo Europeo
EL PAÍS avanzó la pista israelí en este escándalo de espionaje de 2003
Ocho años después de que la Unión Europea descubriera que su principal sede estaba plagada de micrófonos, el organismo belga encargado de investigar este escándalo de espionaje afirma que no ha llegado a ninguna conclusión por la falta de interés de las autoridades europeas y belgas. A la Unión parece no importarle qué servicios de inteligencia controlaban los despachos y las decisiones de líderes como Aznar, Schroeder, Blair y Chirac, según muestra el informe elaborado por el Comité Permanente de Control de los Servicios de Información y Seguridad belgas (CPCSIS). La Fiscalía de Bruselas pretende archivar el expediente.
La investigación del CPCSIS, publicada esta semana, revela que la pista israelí, avanzada por EL PAÍS el 30 de marzo de 2003, ha concentrado la mayor atención de los investigadores, aunque no llega a ninguna conclusión por la falta de colaboración de las instituciones. El CPCSIS, activo desde 1993, controla la agencia de inteligencia civil Seguridad del Estado (VSSE) y la militar Servicio General de Información y Seguridad, (SGRS). El informe subraya la falta de coordinación entre estos dos servicios, la ausencia de participación del contraespionaje belga y el desinterés del Consejo Europeo y de los cinco países afectados por las escuchas: España, Alemania, Francia, Reino Unido y Austria.
Las escuchas afectaron a España, Austria, Reino Unido, Alemania y Francia
El informe hace un relato pormenorizado de los hechos, que arrancaron el 28 de febrero de 2003, cuando por casualidad un técnico encargado de reparar una avería telefónica descubrió en una cabina de traducción del Consejo una caja negra ajena a la red oficial. Las pesquisas pusieron al descubierto que se trataba de un aparato ultramoderno de intervención de conversaciones activable desde el exterior del edificio. Iguales aparatos de espionaje se descubrieron en los despachos de los cincos países.
Según el CPCSIS, el Consejo Europeo intentó siempre mantener el asunto al margen de las autoridades judiciales belgas. El primer contacto del servicio de seguridad del Consejo con la inteligencia belga, el 4 de marzo de 2003, "fue acompañado de una recomendación expresa de no advertir a las autoridades judiciales", señala el informe. Solo mes y medio después el Consejo denunció los hechos. A la opinión pública llegaron el 19 de marzo.
Fue la senadora Anne-Marie Lizin, quien preguntó, el 27 de marzo de 2003, "si la empresa Nice estaba involucrada en los dispositivos del Justus Lipsius (sede del Consejo Europeo)". Nice es una empresa israelí que suministra material de escucha telefónica a la policía federal belga. La empresa no aparece mencionada en la investigación pero Lizin no iba mal encaminada. Y este periódico avanzó la pista israelí. Pero fue otra empresa de ese país, propiedad en un 40% del Ministerio del Interior israelí -del que también depende el Mosad (servicios secretos israelíes)- según recuerda el informe, la que atrajo la atención de los investigadores. Se trata de Converse (hoy llamada Verint), empresa que instaló el sistema de traducción en la sede del Consejo. La investigación confirma que los micrófonos estuvieron operativos desde la inauguración del edificio en 1995, es decir, más de ocho años de escuchas ilegales. Los servicios belgas investigaron a cuatro técnicos de Converse (incluso su situación económica y familiar) y en particular a dos que siguieron en Israel cursos de formación técnica. Esta investigación tampoco ha sido concluyente.
El informe lamenta desconocer "la acción adoptada por los servicios de los países occidentales", "las reacciones expresadas por los ministros belgas" y "el seguimiento judicial en curso".
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