Cien años en el cielo de Madrid
El aeropuerto acoge desde helicópteros de la DGT a aeronaves para trasplantes
Desde el despacho de Gerardo Delgado González, madrileño de 41 años, se controla casi todo el aeropuerto. Los gruesos cristales pretenden aislar el ruido de los aviones y helicópteros, pero el ronroneo se mantiene durante la conversación. Aun así no molesta. El día es soleado y hay un gran trasiego de movimientos. No en vano, este pequeño aeródromo de Cuatro Vientos es el décimo en importancia de los 47 que hay en toda España. En Madrid, es el gran desconocido, pese a que hoy cumple un día muy especial: su centenario. "Mucha gente se queda sorprendida de la cantidad de vuelos que hay durante el día y que encima esté a solo ocho kilómetros del centro de la capital", explica el director.
"Es el hermano pequeño de Barajas, cuando fue el primero de Madrid"
El 80% de su actividad se dirige a la formación de personal de aviación
Solo pueden operar aeronaves de estela ligera, de menos de 7.000 kilómetros
Hay vuelos que trasladan a enfermos y órganos a cualquier punto
Cuatro Vientos se inauguró un 11 de enero de 1911. Como muchos de su época, sus inicios fueron en las filas militares, pero poco a poco, con la llegada de la aviación comercial, ampliaron sus prestaciones hasta ser de uso mixto, como ocurre en la actualidad. Una línea imaginaria de 75 metros dentro de la base separa la zona del Ejército del Aire (que incluye a los helicópteros de la Casa del Rey incluidos) de la zona civil. Esta última es la que controla y dirige Gerardo Delgado. "Con el tiempo se ha quedado como el hermano pequeño de Barajas, cuando realmente fue el primer aeropuerto que tuvo Madrid".
Ahora el 80% de la actividad de este aeropuerto se dirige a la formación. Y nada más entrar las paredes ya avisan con carteles de las diferentes escuelas de pilotos, azafatas, técnicos de mantenimiento y mecánicos. Frente a un aeropuerto convencional, la tranquilidad y la ausencia de prisas son la tónica dominante de este aeródromo situado junto a la autovía de Extremadura (A-5). Según precisa Delgado, en este aeropuerto hay algo de aviación comercial, por ejemplo, alguien que quiera contratar un jet privado tiene que hacerlo ahí. Pero no hay actividad de compañías de vuelos comerciales. "Aquí no hay ni colas ni facturación ni cintas para recoger el equipaje", describe el director.
Gerardo Delgado es ingeniero aeronáutico. Tras pasar por una multinacional norteamericana y por una pequeña compañía inglesa, recaló en 2002 en Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA, el ente público que gestiona los aeródromos). Y desde la dirección de Infraestructura, desarrolló la nueva terminal de Málaga. Seis años después llegó a Cuatro Vientos, que registra una media de 150 operaciones al día. "En 2003 estuvo en el tercer puesto de importancia de toda España, pero la apertura de Casarrubios del Monte ha hecho bajar algo la actividad", reconoce Delgado. Aun así, unas 2.000 personas trabajan directa o indirectamente con el aeropuerto, donde tienen presencia más de 50 empresas.
Y aunque Cuatro Vientos está limitado en sus operaciones -solo pueden hacerlo las aeronaves de estela ligera, es decir, de menos de 7.000 kilos, salvo los militares, que no tienen ningún tipo de limitación-, es uno de los aeropuertos que más servicios presta a la comunidad. O al menos así lo piensa su responsable. Ahí están los helicópteros de la Dirección General de Tráfico (DGT), llamados abejas en el lenguaje aeronáutico, y los del Cuerpo Nacional de Policía, entre otros. También hay vuelos de aeronaves hospital que trasladan a enfermos u órganos para trasplantes a cualquier punto del país. El único problema es que la torre de control es visual y solo le permite funcionar con luz del sol: del orto al ocaso, por lo que ahora en invierno su actividad no se prolonga más allá de las seis de la tarde.
¿Cómo es un día de trabajo? "Pues bastante ajetreado. Parece pequeño, manejable y tranquilo, pero como es tan dinámico siempre hay muchas cosas que hacer", reconoce Delgado. Este comparte su tiempo también con la base aérea de Torrejón de Ardoz, de la que es delegado de AENA. Allí suele acudir dos veces por semana, como mínimo. Su jornada empieza sobre las ocho de la mañana y tras mantener una reunión con los responsables de diferentes áreas, empieza a despachar el día a día. No suele terminar antes de las seis o las siete de la tarde.
"Lo bueno es que en este aeropuerto se está muy en contacto con la aviación y con todo el mundo que lo rodea. Se agradece este trato humano que no hay en otros lugares. Además, el ver las pistas desde mi despacho resulta inigualable", afirma el director. Una de las instituciones que más prestigio ha dado a Cuatro Vientos es la Fundación Infante de Orleans, que organiza vuelos con aeronaves antiguas, sobre todo, los primeros domingos de cada mes.
Saltará de nuevo a la actualidad en agosto, cuando el Papa acuda a la Jornada de la Juventud. Se ha elegido este aeródromo por estar cerca de la capital, tener buenas comunicaciones y ser una superficie abierta muy grande. "Se prevé que puedan llegar más de un millón de personas. Supone un gran reto", anticipa Delgado. Y será de nuevo en Cuatro Vientos, ese gran desconocido.
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