Túnez cierra todas las escuelas y las universidades para frenar la protesta
La oposición parlamentaria asegura que la policía ha matado a 39 manifestantes
El presidente de Túnez, Zine Abidine Ben Ali, intentó ayer atajar la mayor oleada de protestas desde que hace 24 años llegó al poder formulando varias promesas por televisión, pero sus anuncios fueron recibidos con más disturbios violentos sobre todo en el centro del país.
"Al caer la tarde había 23 incendios en Kasserine" producto de los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden, aseguraba al teléfono un vecino de esta ciudad. "El cielo está negro", insistía.
"En Kasserine hubo esta mañana [del lunes] al menos 12 muertos", precisó al teléfono Ahmed Nejib Chebbi, diputado y ex candidato presidencial del Partido Demócrata Progresista, una de las pocas formaciones legales. "Desde el sábado por la tarde los muertos por herida de bala ascienden a 39", recalcó.
El Ejército se despliega en varias ciudades para atajar los disturbios
Ben Ali promete crear 300.000 empleos para contentar a la gente
Ben Ali intervino por segunda vez desde que el 17 de diciembre se produjeron las primeras protestas en Sidi Bouzid. Ante las cámaras prometió la creación de 300.000 empleos para los jóvenes, de aquí a 2012, pero también denunció "los actos terroristas imperdonables perpetrados por bandidos encapuchados". "(...) Han vendido sus almas al extremismo y al terrorismo manipulados desde el extranjero".
"El presidente describió la situación de un país que no es el nuestro", comentó Chebbi tras escuchar el discurso. "Esos jóvenes no son terroristas -aspiran solo a un empleo y a algo de libertad- y se han sentido ofendidos, humillados por las palabras" de Ben Ali.
De ahí la explosión de violencia que sacudió Kasserine, Thala y Regueb que, junto con Sidi Bouzid, constituyen el epicentro de las protestas.
"Además, la gente no cree ya en las promesas", prosiguió Chebbi. "Hubo tantas promesas incumplidas", se lamenta. "Aquí, lo único que importa ahora es parar el baño de sangre", añade Ahmed Brahim, líder de Et Tajdid (Renovación), otro pequeño partido legal.
Aunque con menos intensidad que en el núcleo duro del centro del país, las protestas se propagaron a otros lugares como, por ejemplo, Sfax, la segunda ciudad del país, paralizada por una huelga general, y Souss y Bizerta, donde los estudiantes se enfrentaron con las fuerzas del orden.
Para evitar que se reproduzcan esos incidentes el Ministerio de Educación anunció anche el cierre indefinido de todos los establecimientos de enseñanza.
El portavoz del Gobierno tunecino, Samir Laabidi, reconoció el lunes por la noche que el Ejército se había desplegado en algunos lugares "para proteger las infraestructuras". "Ha rodeado de alambre de espino varios edificios e instalaciones estratégicas, pero no interviene en la represión que corre a cargo de la policía y de la Gendarmería", confirmó Chebbi.
Moncef Marzouki, un opositor exiliado en París, aseguró en la emisora France-Info que el Jefe de Estado Mayor de los Ejércitos tunecinos indicó al presidente que no daría la orden de disparar sobre la muchedumbre y Ben Ali le sustituyó "por un militar más obediente". Esta destitución no ha sido confirmada.
Veinticinco días después de que empezase la revuelta y cuatro días después de que EE UU abroncase al régimen tunecino, la Unión Europea se pronunció por fin sobre los acontecimientos en Túnez. La portavoz de la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, pidió diálogo y "la inmediata liberación de los blogueros, periodistas, abogados y demás detenidos".
Más cauto, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores francés, Bernard Valero, "deploró las violencias que han causado víctimas" y pidió "apaciguamiento". No solicitó ninguna liberación y dio por bueno el balance de muertos (14) proporcionado por el Ministerio del Interior tunecino.
El titular de Exteriores italiano, Franco Frattini, brindó su apoyo a los regímenes de Túnez y Argelia: "Nosotros condenamos cualquier tipo de violencia, pero respaldamos a los Gobiernos que han tenido la valentía y han pagado con la sangre de sus cuidadanos los ataques del terrorismo". El Gobierno de España continuó guardando silencio.
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