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El asesino de las niñas de Alcàsser pasará otros 12 años en prisión

El Supremo confirma la aplicación de la 'doctrina Parot' para Miguel Ricart

Ignacio Zafra

Miguel Ricart, único condenado por el asesinato de las niñas de Alcàsser, seguirá entre rejas hasta el año 2023. El Tribunal Supremo confirmó ayer la aplicación al caso de la doctrina Parot sobre reducción de penas por beneficios penitenciarios. De no haberlo hecho, el reo hubiera salido a la calle en mayo.

Ricart, nacido en Catarroja en 1969, lleva en la cárcel desde 1993 por haber violado y asesinado a Miriam García, Desirée Hernández y Antonia Gómez, conocidas como las niñas de Alcàsser (las dos primeras tenían 14 años; la tercera, 15), en 1992, en un suceso que estremeció al país y marcó, por otro lado, un antes y un después en la cobertura televisiva de los crímenes en España.

Ricart y Antonio Anglés, que logró escapar de las fuerzas de seguridad tras el descubrimiento de los cadáveres (en enero de 1993) y continúa hoy en búsqueda y captura, recogieron a las tres jóvenes que hacían autoestop para llegar a la discoteca Coolor de Picassent, municipio de L'Horta vecino a Alcàsser, el 13 de noviembre de 1992.

Los dos hombres no las dejaron, sin embargo, en la discoteca, sino que las llevaron a una casa abandonada cercana a Tous (Ribera Alta). Las violaron y después las dejaron atadas mientras bajaban a un bar a comprar bocadillos. Al regresar, abusaron de nuevo de una de ellas y las condujeron a una zanja donde, tras diversas torturas, las mataron de un tiro en la cabeza y las enterraron.

Anglés huyó, pero Ricart fue detenido, procesado y condenado en 1997 a 170 años de cárcel como autor de tres asesinatos y cuatro delitos continuados de violación. Se le juzgó con el Código Penal de 1973, vigente en el momento del crimen, que contemplaba la reducción de un día de cárcel por cada dos de trabajo. El cálculo de esa rebaja de la pena se realizaba sobre el máximo de tiempo que la ley permitía mantener a una persona en prisión: 30 años. En el caso de Ricart eso hubiera significado que a mediados de 2011 habría cumplido (mediante la ficción legal) 20 años de cárcel, lo que le hubiera abierto la puerta a la libertad provisional.

Ahí entra en juego la doctrina Parot, como se conoce a la sentencia que el Tribunal Supremo dictó el 28 de febrero de 2006 en respuesta a un recurso planteado por Henri Parot, miembro de ETA. La doctrina establece, en esencia, que la redención de pena por el trabajo en prisión no se calcula sobre el límite de los 30 años que una persona podía permanecer encarcelada, sino sobre cada una de las condenas que hayan recaído sobre el condenado, que en el caso del asesino de las niñas de Alcàsser suman más de siglo y medio de cárcel.

La aplicación de esta fórmula de cálculo fue solicitada por la Asociación Clara Campoamor (que ejerció la acusación durante el juicio), respaldada por la Fiscalía y confirmada por la sección segunda de la Audiencia de Valencia en abril.

Ricart, que nunca ha reconocido los hechos, ingresó en prisión (en aquel momento provisional) con 23 años y después del nuevo fallo del Supremo, que rechaza su recurso contra la decisión de la Audiencia, no quedará en libertad hasta que haya cumplido 53.

Su paso por la cárcel no ha resultado fácil. Marginado por el resto de reclusos y agredido al menos en una ocasión (en la prisión de Herrera de la Mancha), ha pasado por varias etapas de aislamiento decretadas por las autoridades penitenciarias para asegurar su integridad física. Desde hace cuatro años se encuentra en la prisión zaragozana de Zuera. Su vida antes de cometer el triple crimen tampoco fue sencilla: huérfano de madre e hijo de un padre alcohólico, se enroló en la Legión y cometió varios robos por los que acabó en la cárcel antes de protagonizar aquella salvaje noche de 1992.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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