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Reportaje:MODA

El año que vestimos agitadamente

La muerte de Alexander McQueen planeó sobre 12 meses que descubrieron el poder de las cibertiendas y en el que brillaron las individualidades excesivas

Eugenia de la Torriente

A un año terrible le ha seguido otro agitado. Tiempo de recuperación, al menos, para los grandes grupos de lujo que han vuelto a ver cómo sus cuentas de resultados les dan alegrías. Pero hay que mirar algo más que frías cifras para comprender este periodo. Tránsito entre décadas especialmente propicio para las carnales individualidades. Cinco claves para recordar.

- El último vuelo de Ícaro. Las muertes inesperadas de líderes jóvenes ejercen de marcadores temporales con incomparable potencia. De John F. Kennedy a Kurt Cobain. No es exagerado considerar la muerte de Alexander McQueen, de 40 años, como la más importante noticia de moda del año. La tragedia del 11 de febrero planeó sobre los siguientes 10 meses de diversas formas.

Tras décadas de ostracismo, el pecho femenino recuperó protagonismo
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En marzo, se reveló la última y póstuma colección del creador británico. En mayo, se anunció que su mano derecha durante 14 años, Sarah Burton, le sucedería y en octubre, se presentó su primera colección. El espectacular funeral que se organizó en septiembre en Londres no fue suficiente para que la moda digiriera su pérdida. La ceremonia definitiva se verá en mayo cuando el Museo Metropolitan de Nueva York inaugure una retrospectiva sobre su carrera.

- Bienvenida, tecnología. Alexander McQueen fue uno de los primeros en sacar al sistema de una miopía histórica. Cuesta creer que solo hayan pasado 14 meses desde que el británico decidiera retransmitir por streaming su último desfile en vida. La moda vivía entonces de espaldas a la tecnología y la iniciativa salió regular. Pero prendió una mecha. Poco después, cualquier marca se apuntaba a la carrera por penetrar en las redes sociales y conseguir audiencias globales a través de los ordenadores. Entre otras cosas, porque en este año de tiendas desérticas se ha descubierto que hay un sitio en el que sí se vende: Internet.

El negocio en los comercios electrónicos de ropa sube un 11% respecto al 2,5% que crece el de la calle. Zara empezó a despachar online en septiembre y Google lanzó en noviembre su propio buscador de moda, Boutiques.com.

- Pechos fuera. Uno de los ejercicios más graciosos del año han sido las piruetas semánticas para explicar algo bastante sencillo. Tras años de condena al ostracismo -por parte de la alta moda, al menos- el pecho femenino recuperó el protagonismo.

No hubo más que ver los desfiles de otoño/invierno 2010 de Prada y Louis Vuitton; certificaron el retorno de los senos turgentes. Dado que las modelos de pasarela no disponen, últimamente, de esos atributos se echó mano de otras, famosas por los desfiles de ropa interior de Victoria's Secret.

Alessandra Ambrosio, Adriana Lima o Miranda Kerr, históricamente ninguneadas por las firmas de lujo y las cabeceras de postín, fueron fichadas en tromba para sus publicidades y portadas. Una forma curiosa de rematar uno de los debates más interesantes del año: la necesidad de que la industria abrace cuerpos más diversos. La cuestión se planteó en enero -con un número dedicado a las tallas grandes de la revista estadounidense V Magazine- y ha permitido que modelos con la talla 42 o 44 aparezcan en desfiles de Jean Paul Gaultier o en Vogue.

- La señora de la nada. Phoebe Philo debutó en Céline con la colección para primavera/verano de 2010. No solo dio una alegría a LVMH al devolver el brillo a una casa de marroquinería sedada. Trazó una ruta minimalista que desenredó el entuerto en el que estaba metida una industria a la que la crisis pilló con los reflejos abotargados. Muchos siguieron el rumbo impuesto por la sucesora de Stella McCartney en Chloé, tras dos años de retiro. El alegato por la simplicidad de la británica ha actuado como un enjuague bucal que limpia un paladar saturado.

- A su manera. Paradójicamente en este tiempo de depuración han brillado las individualidades más excesivas. ¿Qué más se puede decir de Lady Gaga y su alucinada estética? Si en 2009 los bloggers se convirtieron en estrellas, en 2010 fueron estos los que transformaron a los editores en celebridades. Un fenómeno que ejemplifica la más extravagante estilista del circuito internacional. Anna dello Russo, directora de moda de Vogue Japón y que pasó 18 años a la sombra de Franca Sozzani, se ha reivindicado como protagonista por sus llamativas apariciones en los desfiles. Aunque a nadie le ha salido tan rentable llevar la contraria como a Tom Ford.

En septiembre presentó su primera colección femenina de la forma más extravagante posible: en secreto. Un centenar de invitados vieron las prendas sobre 32 mujeres formidables, entre ellas, Beyoncé o Julianne Moore. No se distribuyeron imágenes. En la era de la sobreinformación instantánea, el silencio se torna excentricidad.

A la derecha,  una silueta de la colección de Vuitton; a la izquierda, Anna dello Russo, editora de <i>Vogue </i>Japón.
A la derecha, una silueta de la colección de Vuitton; a la izquierda, Anna dello Russo, editora de Vogue Japón.
Modelo de la última y póstuma colección de McQueen; a la derecha, minimalismo de Celine.
Modelo de la última y póstuma colección de McQueen; a la derecha, minimalismo de Celine.

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