El año de España

Iniesta no acostumbra a pegar muy fuerte a la pelota, al menos aparentemente, pero aquel remate cruzado salió duro e imposible para las manos de Stekelenburg. Ocurrió que, el 11 de julio, la pierna del volante manchego la había cargado el fútbol español entero, en aquel tiro estaban representados todos los jugadores, era pura dinamita en boca de los aficionados de España. Y, naturalmente, fue un golazo como una catedral que certificó la conquista por vez primera de la Copa del Mundo, el acontecimiento de 2010 por excelencia.

De gol en gol, prácticamente de uno en uno, La Roja alcanzó el título a partir de un juego competitivo, cada vez más armónico, al final incluso poético, porque frente a la bella selección de Del Bosque se interpuso la bestia Holanda, avalada por un árbitro que más parecía el demonio. El triunfo español fue tan incuestionable que lo celebró la mayoría de sus rivales. La bandera del buen juego, la capacidad para saber gestionar situaciones particularmente complicadas y el liderazgo compartido auparon a un colectivo humilde y agradecido.

España supo conquistar Sudáfrica con el balón, habitualmente desde la estética, pero también con momentos de épica, fiel a un ideario que le exigía superarse desde el éxito de la Eurocopa. Había que llegar hasta el Mundial y salió campeona.