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Reportaje:

Varear es cosa de hombres

Los sindicatos denuncian la discriminación de mujeres en la campaña de la aceituna

Ginés Donaire

Isabel Triguero, una vecina de 39 años de Jódar (Jaén), lleva buena parte de su vida como jornalera en la agricultura, pero nunca hasta ahora había sentido tan de cerca la discriminación laboral por razón de sexo. Isabel no ha encontrado trabajo este año en la campaña de recolección de la aceituna porque los empresarios prefieren la mano de obra masculina. "Todos nos dicen lo mismo, que los hombres tienen más fuerza y prefieren contratarlos a ellos", comenta, indignada, Isabel, que sufre una doble discriminación en su familia, puesto que su hija de 20 años tampoco podrá varear los olivos.

Los sindicatos han alertado de la discriminación hacia la mujer en la campaña olivarera, principalmente en muchas fincas grandes de Jaén y Córdoba. A muchas se las veta directamente, y a otras se les condiciona el trabajo a que vayan acompañadas de un hombre. En algunas comarcas jiennenses, como La Loma o Sierra Mágina, el 100% de las cuadrillas están formadas por hombres. "Rechazamos frontalmente este tipo de actitudes discriminatorias hacia la mujer; actitudes arcaicas, desfavorecedoras e impropias del siglo en el que estamos", se dice en la resolución aprobada por el comité provincial de UGT en Jaén.

"Nos dicen que los hombres tienen más fuerza", afirma una vecina de Jódar

La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales de Andalucía (Fademur) no entiende este tipo de comportamientos en pleno siglo XXI. "Los empresarios justifican estas discriminaciones en la fuerza física, pero las mujeres pueden desempeñar las distintas tareas sin ayuda de un hombre puesto que la recogida de la aceituna se encuentra lo suficientemente mecanizada para ser desempeñadas con la misma eficiencia tanto por mujeres como por hombres", dice su presidenta, Montserrat Moyano.

Los empresarios niegan que exista discriminación, aunque no ocultan sus preferencias. "Hoy el campo se ha mecanizado mucho y la mano de obra se ha especializado, y son los hombres los que más se han profesionalizado", subraya Luis Carlos Valero, gerente de Asaja en Jaén, para quien ya pasó a la historia la costumbre de que para contratar a la mujer ésta tenía que ir acompañada de un hombre. Ya se superó también la desigualdad salarial por razón de sexo, y ahora hombres y mujeres cobran igual. Esta campaña, el jornal de la aceituna es de 51,35 euros para una jornada de seis horas y media.

Las consecuencias de la discriminación que denuncian las mujeres no es baladí. No solo dejan de recibir unos ingresos con los que contaban para estas fechas, sino que si no alcanzan los 35 jornales no podrán optar al cobro del subsidio agrario durante seis meses. "Menos mal que este año he trabajado 30 días en la vendimia francesa y otros cinco jornadas con el Ayuntamiento", dice Isabel Triguero, a quien no le valen los argumentos de los empresarios. "No es una cuestión de fuerza física, yo también utilizaba la sopladora y otras herramientas mecánicas". Francisca Martos, otra vecina de Jódar, sostiene que la mujer está siendo desplazada de las tareas agrícolas desde que irrumpió la crisis. "Han vuelto al campo hombres parados de la construcción y ahora no cabemos todos".

El responsable del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) en Jaén, Andrés Bódalo, anima a las mujeres afectadas a movilizarse para defender sus derechos y augura que los empresarios acabarán por recurrir a ellas. "Si la climatología continúa como hasta ahora, mucha aceituna quedará en el suelo y no se podrá recoger mecánicamente al estar en el barro, por lo que será entonces cuando llamen a las mujeres para que se incorporen a los tajos".

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