Gobierno y Junta, prietas las filas
Los socialistas ultiman un nuevo encuentro entre Rubalcaba, Chaves, Griñán, Mar Moreno y Pizarro para adoptar medidas que frenen la caída en Andalucía
No buscar fotos, sino medidas de gobierno. Poner en común y ofrecer resultados concretos para frenar la caída en picado del PSOE de Andalucía, y en Andalucía, que señalan las encuestas. Ese es el objetivo de la reunión que se está ultimando entre los Gobiernos central y andaluz para antes del 6 de enero con la que se quiere iniciar un año electoral con hechos y no solo con palabras.
Al encuentro están convocados, por parte del Gobierno central, los vicepresidentes primero y tercero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Manuel Chaves. Del lado del Gobierno andaluz, el presidente José Antonio Griñán, la consejera de la Presidencia, Mar Moreno, y el consejero de Gobernación, Luis Pizarro. Y por el PSOE andaluz, la secretaria de Organización, Susana Díaz, y el portavoz parlamentario, Mario Jiménez.
La reunión entre los dos gobiernos se celebrará antes del 6 de enero
En esta lista, aún no cerrada por parte andaluza, hay dos novedades obvias: no está Gaspar Zarrías y está Luis Pizarro, el secretario general de facto del PSOE andaluz durante los mandatos de Chaves, enfrascado en sus competencias napoleónicas (Bicentenario de la Constitución de 1812), el plan Romero, las inundaciones, los ayuntamientos y la justicia.
Después de meses de dudas, de recelos y desconfianzas mutuas, parece que en el PSOE andaluz y federal se va a dejar de cuestionar lo que se ha hecho mal y se pudo hacer mejor. Y no provocar (o anticipar) el debate de si se acertó o no al plantear a las puertas de la mayor crisis económica un cambio de liderazgo en el PSOE andaluz y en la presidencia de la Junta, con la salida de Chaves y la llegada de Griñán. Este relevo perfecto en lo orgánico (nadie protestó) ha terminado provocando un seísmo descomunal porque se han movido muchas piezas que no han terminado de encajar en unos momentos de dureza económica extrema; con más de un millón de parados; con un desgaste de casi 30 años de gobiernos socialistas; y con un Ejecutivo central obligado a adoptar medidas impopulares que castigan especialmente al votante del PSOE. El resultado ha sido la pérdida de la iniciativa política en Andalucía y de la capacidad de respuesta, frente a un PP de Javier Arenas que lleva meses coleccionando fotos de futuro presidente de la Junta como en un recortable infantil.
En estos momentos de alarma, lo que suena es la corneta del cierre de filas, lo cual no significa que "la gente esté a gusto con lo que tiene", afirma un dirigente. Desde el partido, la receta que se va a aplicar y que casi siempre ha dado resultados es la de la movilización y la reiteración del mensaje de que las políticas sociales están más protegidas desde la izquierda que desde la derecha. El fin es llegar, al menos, a la mitad del electorado socialista que ahora dice que no va a ir a votar al PP, pero tampoco al PSOE.
Lo primero que se ha hecho es poner fin (o eso dicen) a los malentendidos entre Griñán y Chaves. El distanciamiento personal entre los dos ha influido en la falta de coordinación política y ha generado muchos recelos entre los segundos niveles. Ambos almorzaron el pasado 15 de diciembre, tras la presentación del proyecto Andalucía 10 en Madrid. Chaves dejó claro que no estaba participando ni alentando ninguna maniobra para minarlo ni patrocinaba ningún aventurerismo orgánico. Los que conocen a Chaves saben que su primera patria es el PSOE y que es un gran componedor. Pero las dudas de Griñán y de la dirección del PSOE andaluz venían provocadas por lo que un dirigente socialista llama "la tournée" del secretario de Estado de Política Territorial y responsable federal de Política Autonómica, Gaspar Zarrías, con varios secretarios generales provinciales andaluces. Estos encuentros se produjeron hace un mes, después de que Griñán cerrara la crisis interna tras la dimisión de su hombre de confianza y número dos del PSOE, Rafael Velasco. La solución de Griñán fue la de mantener el resultado del congreso que lo eligió secretario general, desoyendo las peticiones que le animaban a dar un golpe de timón y fichar a un peso pesado, como Zapatero hizo al nombrar a Rubalcaba. Griñán explicó sus razones a Zapatero.
La lectura que la dirección andaluza hizo de los mensajes que le trasladaron algunos dirigentes provinciales fue la de que Zarrías manifestó una gran preocupación y malestar por cómo se estaban haciendo las cosas en Andalucía y que lo que pretendía era captar tropas con vistas a lo que puede suceder en el PSOE si se pierde el poder en Andalucía. Desde el PSOE andaluz se descolgaron muchos teléfonos a la dirección federal como al vicesecretario general, José Blanco, y al secretario de Organización, Marcelino Iglesias, con la misma pregunta: "¿Esa es la posición del número cuatro del PSOE y de la dirección federal o de Zarrías?". "De Gaspar", dicen que dijeron.
Hay dirigentes que consideran desproporcionado e injusto focalizar estas tensiones en el que fuera hombre fuerte del Gobierno andaluz durante 13 años. "Lo están usando como chivo expiatorio de sus propios errores", coinciden varios dirigentes.
Zarrías dijo a este periódico: "He vivido momentos difíciles para el PSOE como estos y estoy dispuesto a morir en el intento, con las botas puestas, como siempre. Hay que dejarse de zarandajas. En época de dificultades hay que apoyar al presidente de la Junta y secretario general. Estoy en el primer tiempo de saludo".
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