Una investidura que mueve el tablero
La Moncloa y la Ejecutiva Federal del PSOE no han influido para nada en la decisión del PSC de facilitar la investidura del candidato de CiU a la presidencia de la Generalitat, Artur Mas, haciendo gala de su respeto a las decisiones de los socialistas catalanes. Pero ponían velas para que fuera así. De tal modo, que la decisión ha sido acogida con auténtico alborozo en La Moncloa y en Ferraz por razones internas de Cataluña y por sus efectos en la política nacional.
Desde La Moncloa interpretan que la colaboración del PSC con CiU, en base a la lucha contra la recesión económica y con un tono catalanista moderado, va a centrar la política en Cataluña y va a desplazar a los extremos, con el consiguiente beneficio para las gentes de Mas y para los socialistas catalanes, necesitados de recomponer su figura, tras el fracaso de la experiencia del tripartito con ERC e ICV. No solo el PSC se ha desprendido de ERC. CiU tampoco ha querido saber nada de ERC ni tampoco del PP, que le podían haber dado la mayoría que necesitaba.
La decisión de CiU y del PSC tiene, también, un efecto trascendente en política nacional. Ayer, tras el Consejo de Ministros, el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, no disimuló su satisfacción y apuntó como primera consecuencia el acercamiento de CiU al Gobierno en el Parlamento nacional, lo que va a fortalecer la estabilidad parlamentaria del Ejecutivo de Zapatero que, en parte, ya tenía garantizada con el apoyo del PNV y Coalición Canaria, que se estrenó con los Presupuestos de 2011.
Esta aproximación se ve, además, facilitada por la propia recuperación de CiU del Gobierno de la Generalitat. Su presidente, Artur Mas, ha mostrado su preocupación por un reto tan difícil como la lucha contra la recesión económica. En ese empeño tan complejo, en el que España, y con ella Cataluña, se juega en los próximos meses su futuro en sortear el reto de la deuda, Mas rema en el mismo barco que Zapatero.
Este mismo empeño, la colaboración de los partidos nacionalistas moderados en la lucha contra la recesión económica, puede contribuir a serenar la política nacional y a que en ella prime la colaboración sobre la bronca. En este sentido, resulta llamativo que el líder del primer partido de la oposición, Mariano Rajoy, hiciera el miércoles en el Congreso, por vez primera en un debate con Zapatero, un llamamiento a la colaboración con el Gobierno contra la recesión económica. Rajoy, al que ha descolocado el acuerdo entre CiU y el PSC en Cataluña, teme quedarse sólo en su política de hacer de la recesión el elemento clave de su estilo de oposición al Gobierno. No es descartable un giro en esas condiciones.
