El deterioro de la piedra obliga al cierre de la catedral en Navidad
El informe arquitectónico niega que los daños se deban a la construcción aledaña
El insólito cierre de la catedral católica de Madrid al culto público durante las Navidades tiene una causa: la caída de cortantes lascas de piedra desde las columnas de uno de los arcos torales que circundan el altar mayor. Un informe de la consultora técnica especializada Intemac relativo a las razones que explican lo sucedido, lo atribuye a deformaciones surgidas entre el núcleo de hormigón de los fustes y el chapado de piedra que los recubre. Tal incompatibilidad, que data de muchos años atrás, causó los desprendimientos. La falta de uniformidad de la piedra, caliza de Monóvar, y su estereotomía -el tipo de corte al que fue sometida- aceleraron el problema, que ha llevado al Arzobispo a trasladar el culto navideño a la colegiata de San Isidro, en Toledo, 37.
José Luis Montes, delegado arzobispal de Patrimonio, justificó en "razones de seguridad para los fieles" el traslado del culto navideño desde la catedral de La Almudena a la colegiata de San Isidro, en la calle de Toledo, 37. Desconocía la duración del traslado, a la espera del informe técnico sobre lo sucedido.
El informe técnico sobre las causas de los desprendimientos de piedra en la catedral de Madrid, que será dado a conocer en las próximas horas, fue resultado de una inspección del templo realizada el 10 de diciembre a instancias de la compañía Fomento de Construcciones y Contratas. Esta compañía construye el futuro Museo de Colecciones Reales junto a la catedral.
"Los aspectos observados indican que no existe base alguna técnicamente fundamentada para considerar que la causa determinante del desprendimiento que dió origen a la consulta formulada a Intemac esté relacionada con las obras del museo", señala el texto del informe.
Por su parte los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Mansilla, que construyen el futuro museo entre la catedral y el Palacio Real, destacaron que "la pantalla que refuerza la estructura construida, destesada para desproveerla de los cables que la surcan interiormente, está monitorizada y los registros de sus oscilaciones apenas rebasan las centésimas de milímetro". Y muestran las secuencias registrales.
Emmanuela Gambini, arquitecta que intervino en la última fase de obras de la catedral, explica que hacia 1980 presenció el desprendimiento de una enorme lasca de la misma piedra afectada ahora. "No descarto que la causa fuera también entonces la erosión sufrida por las columnas del arco toral, ya construidas, que durante años permanecieron a la intemperie", señala.
Y apunta una solución para la patología pétrea: "Una cintura de acero de una micra de espesor que afiance los elementos dañados".
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